Las mil caras que ofrece el centro de Concepción
Pobreza, carretes juveniles, comercio ambulante y trabajos municipales son lo habitual al caer la noche.
Una de las primeras impresiones que provoca recorrer el centro de Concepción por las noches son sus marcados contrastes. Desde que el comercio cierra y los trabajadores emprenden su regreso a casa, el ritmo de la ciudad cae estrepitosamente, dando paso a una serie de pequeños eventos, que son interesantes no tanto por su característico anonimato, sino por el trágico olvido a los ojos de esas personas, que en 12 horas vuelven a tomarse los espacios, vuelven a ocupar las principales avenidas, sin siquiera sospechar lo que también sucede allí mismo cuando llega la noche.
Durante el día, indigentes circulan por las principales calles pidiendo monedas a los transeúntes o alguna "ayudita" en los distintos locales comerciales. Desde el atardecer lo único que les preocupa es encontrar un rinconcito por ahí, donde puedan descansar a la intemperie, que es su principal necesidad. Con cajas de cartón que desechan las tiendas y una que otra frazada, que arrastran consigo durante el día, los "sin casa" se arman sus refugios con escasos recursos.
Ahí, lejos de las cámaras y sin más atención que las de quienes reciben su ayuda, los voluntarios del Hogar de Cristo se dedican a repartir alimentos. Ellos conocen muy bien esta "otra" realidad de Concepción.
Según Ángela González, asegurarles un desayuno y una comida caliente por las noches, es lo mínimo que pueden hacer para socorrerlos en esas condiciones. "Luchan tanto por sobrevivir cada día, que cómo no te va a motivar eso. De alguna forma, me hace sentir orgullosa de ellos, si a veces hay gente que se cuestiona puras tonteras en la vida", dijo la joven, explicando, en parte, lo que la impulsa a salir a las calles a ocupar su tiempo libre en el voluntariado.
Por varios años que los jóvenes tienen su epicentro del carrete en la Plaza Perú. Desde el apogeo del "Barrio Estación", la diagonal Pedro Aguirre Cerda, la plaza y la avenida Chacabuco, cada fin de semana se llenan de fiesta. Este transitado eje central, está destinado a transformarse en uno de los principales paseos urbanos tras la construcción -y futura ampliación- de la rambla peatonal en el lugar.
Como es de esperar, un viernes en la noche está lleno. Improvisando en sus guitarras y tambores, los muchachos se divertían al son de la música, compartiendo cervezas y cigarrillos, situación que, por cierto, no tiene my contentos a los residentes del sector. "Vienen y se quedan ahí hasta las tres de la mañana a veces, metiendo bulla y una acá no puede dormir. Lo peor si, es que se ponen a orinar en la entrada y después queda pasado", comentó una vecina, la cual llegó hace 13 años y siempre debe aguantarse la escena.
"Esto primero empezó con un café, después con un pub y después otro y así", agregó un tanto resignada.
La cantidad de desechos que se trasladan una vez que ya no quedan personas en las calles, es impresionante. Desde todos lados aparecen los camiones de la basura, para llevarse todos los desechos que las tiendas acumularon durante el día. También, es el momento que cartoneros y recicladores aprovechan de rescatar los materiales, que posteriormente venden a granel para ganarse la vida. En sus característicos carritos, y acompañados de sus hijos, recorren minuciosamente todo el centro penquista para llevarse el tan noble y preciado material.
Paralelamente, varios camiones especiales se encargan de regar la vegetación de los espacios públicos, unos de limpiar las veredas barriendo con lanza-agua a presión, y otros, de pulir los azulejos de los paseos peatonales con maquinas pulidoras y químicos especiales.
Todo esto, a la vista de los muchachos, que por unas "chauchas" se encargan de empapelar las murallas de flayers, con el último concierto confirmado o informativos del próximo seminario filosófico en la ciudad. J