Contra viento y marea, chorera conserva la alegría de vivir y la fuerza para luchar por el puerto
La presidenta del Mercado de Talcahuano es una luchadora con todas sus letras. Conozca la historia de Martita Silva.
l Cecilia Bastías Jerez
Una chorera de tomo y lomo que trabaja en el puerto desde los 8 años, según relata, es Marta Silva, presidenta del sindicado de Comerciantes Establecidos de Pescados y Mariscos del Puerto.
"Empecé a trabajar en el terminal pesquero desde que no había nada, ningún local. Mi padre y mi madre fueron fundadores de lo que es ahora este sindicato", afirma esta mujer de 47 años, quien comenta que además hace 25 años que pertenece a la directiva de la asociación, primero como secretaria, y actualmente como presidenta.
Marta Silva fue recientemente reconocida además por el Presidente de la República como uno de los diez "héroes anónimos", luego de que Talcahuano fuera afectado por el terremoto y tsunami del 2010.
Sin embargo, dicho premio está lejos de ser uno de los logros más importantes de esta mujer. Marta guarda una historia llena de sacrificios, que gracias a su personalidad extrovertida es capaz de contar con plena confianza, incluso, entre lágrimas.
Dentro de las responsabilidades de esta chorera, está la de cuidar de su sobrina, a quien adoptó como hija el día en que la madre de esta pequeña, y cuñada de Marta, falleció producto de un cáncer, cuando Raquelita tenía sólo dos años. "Yo la cuidé, cuando despertaba en las noches, llamando a su mamá, yo me paseaba con ella en brazos para que se tranquilizara", dice Marta sollozando. Y es que el drama no termina ahí: esta pequeñita venía con problemas graves de salud, entre los cuales está una enfermedad degenerativa de sus pulmones.
"La Raquel tiene bronquiectasia, eso le destruye los pulmones, en febrero del año pasado quedó hospitalizada en Osorno", relata con mucha dificultad. Estando de vacaciones, su hija sufrió una crisis que la dejó al borde de la muerte, por lo que luchó para lograr trasladarla a su casa. "Yo pedí a Dios que si se llevaba a mi niña, lo hiciera estando ella en la casa con los suyos", señala.
Así lo hicieron, lograron trasladarla, pero al llegar la situación empeoró y Raquelita debió ser operada y quedó sólo con un pulmón. "Por la misericordia de Dios ella está viviendo con un solo pulmón", dice, y puntualiza que "yo soy chacotera, lo paso bien, pero dentro de mí hay una pena tan grande: que un doctor te diga que tu hija se te va a morir. Por eso yo todos los días que me levanto le doy gracias a Dios y no me quejo y no me voy a quejar". Cuando le preguntan de dónde saca las fuerzas, Marta contesta: "Hay gente que está peor".
Como muestra de su enorme entereza, Marta Silva inmediatamente después de dar cuenta de su drama familiar, afirma que ni eso logra destruirla y hacerle bajar los brazos en la lucha que viene librando después del tsunami para reconstruir lo que era el Mercado de Pescados y Mariscos.
Actualmente, los 32 locatarios se encuentran en un galpón provisorio, ya que para el 3 de enero está planificada la inauguración de lo que será su lugar de trabajo definitivo.
"Esa noche yo estaba en mi casa y no se cayó", cuenta Marta acerca de la jornada del 27/F, pero señala que a la mujer que era la presidenta en ese tiempo del sindicato, y que en efecto es su hermana, quien vivía en la caleta El Morro, el tsunami le llevó todas sus pertenencias, su hogar y la embarcación de su marido.
"Por eso yo después tomé la presidencia del sindicato, porque era secretaria y ella con todos sus problemas se desligó un poquito aunque no completamente, siguió luchando", continuó relatando. "A la mañana siguiente yo caminé por todo Colón, vi mi puerto destruido. Y seguí hasta que pasé entremedio de escombros al Mercado, y puse mi bandera", recuerda.
Como una forma de dar ánimos, Marta cuenta que por primera vez hizo rayados en las paredes para escribir consignas como 'Nada destruirá al pueblo chorero' o 'Vamos compañeros del mercado'. Así ha sido su constante ir y venir, representando a sus compañeros, por lograr lo que hoy en día la llena de orgullo, las nuevas instalaciones en dónde venderá a contar de febrero. "Yo tengo las llaves, puedo entrar y ver cómo vamos a quedar instalados después", dice Martita o Gladys como la conocen muchos, ya que es su segundo nombre.
Con el pecho inflado corre para mostrar el futuro mercado, donde detalla qué destino tendrá cada espacio.
"Toda la razón de mi vida son mis hijos", asegura y cuenta cómo llegó el último integrante de su familia al hogar. Su hija, de 26 años, Nicole, tiene un niño de 8, que se llama Ignacio. "Cuando me contó, estando en 4º Medio, yo me enojé y me dio pena. Pero todo eso se fue cuando pude verlo en la ecografía". En ese momento dice Marta que renació toda la alegría y que su corazón se llenó de amor para ese bebé que estaba en camino. "Por eso yo digo que tengo tres hijos, porque mi nieto es como mi hijo. Los tres son el amor de mi vida", subraya.
En cuanto a su situación sentimental, Marta no hace mayor comentario. Aunque deja bastante claro que ella lleva las riendas de su hogar, que lo componen sus hijos, una de sus hermanas y su madre Olga, de 83 años. "Yo soy la jefa de hogar, la madre y el padre de esta familia". J