Un viaje en busca de la Miss Transformista
Freirina no sólo es conocida por el mal olor de los chanchos. También reúne travestis de todo Chile que van detrás de una corona.
l Bryan Saavedra López
Es casi la medianoche cuando vemos las luces en el gimnasio. Nos miramos y entramos al instante. Una vez dentro, nos sorprendemos cuando Emilio Riveros, el animador especialista en eventos gays, anuncia quién será la futura soberana Miss Transformista 2014 de Freirina.
Las señoras, los caballeros, las abuelitas y los adolescentes esperan con ansias el resultado entre las cuatro candidatas a la corona, hasta que la voz de Emilio comienza a salir nuevamente por los parlantes que prestó la municipalidad. "Y la ganadora del Miss Transformista de Freirina 2014 es... ¡Andrea Müller!", anuncia el animador.
Andrea, de 19 años, es de Mejillones y de la nada recibió una invitación para participar, por primera vez, en un concurso de transformistas. Se sentía preparada y ganó. Hace un día que llegó a Freirina. Con sus mejillas maquilladas, el cabello ondulado y un rojo degradado en sus labios, no para de mirar el ramo de flores que recibió por su triunfo. Con voz cansada, por el día agotador, Andrea explica que está feliz.
"Se nos están abriendo las puertas, que es lo que buscamos, que nos den oportunidades, porque hay que incorporarlos a todos, porque somos diversos: heterosexuales, transexuales, todos", dice.
Cuando se le consulta su opinión respecto a la Ley Zamudio, sus dos representantes/acompañantes (hombres anchos y bajos, de camisa y de lentes con marco oscuro) se miran con complicidad, bromeando con que ya tienen ensayada la respuesta. Pero Andrea cambia su semblante:
"No hay, no más", responde secamente, como un símbolo de que no quiere tener más flashes cerca de su corona.
La soberana, amablemente, explica que le duelen sus piernas y se marcha, al igual que la mayoría del público. Los que quedan aprovechan de tomarse fotos junto a los transformistas que los visitan desde otras ciudades, todos unos rockstars.
Una de las asistentes es Patricia Ardiles, quien no tiene prejuicios por la homosexualidad y a quien le sobran adjetivos para describir las emociones despertadas por el evento.
"Encontré maravilloso el show, ojalá no sea el primero ni el último y se vuelva a repetir algo tan especular como esto", relata con orgullo.
Ignacia Colucci sale tranquila del camarín que ofreció el gimnasio de la comunidad al evento. Sólo vino a presentar un show desde Santiago y, al igual que los demás transformistas, está cansada.
Sin embargo, es amable. El tono de su voz es dulce, Colucci es alta y su vestido cubre gran parte de su cuerpo. Mira directamente a los ojos con dos corridas de pestañas en cada uno, mientras busca entre sus recuerdos.
Con una relación homosexual de cuatro años, no le quedaba otra más que confesar su realidad a su familia de la comuna de Renca. El golpe fue fuerte en su círculo y debió abandonar el hogar.
"Fue una experiencia bonita, aprendes a valorar las cosas que no tienes, y aprendes mucho sobre familia, de no tener a nadie y muchas veces pasar tanto Navidad como Año Nuevo solo, trabajando, haciendo otra cosa, y no estar en familia. Pero uno se acostumbra y después tiene cuero de chancho por así decirlo", expresa Colucci.
Su familia es conservadora y su hermano mayor fue el que peor lo tomó; para él, aceptarlo como gay era mucho y no supo cómo reaccionar cuando su consanguíneo comenzó a comprar maquillaje y a utilizar tacos y vestidos. Con el paso del tiempo, el tema fue conversado, aceptado en familia y hoy lleva un presente más estable.
En Chile, los músicos, los cineastas, los escritores emergentes muchas veces son estudiantes o tienen trabajos con los cuales conviven sus actividades artísticas. El caso de Ignacia Colucci es igual que ellos: el joven detrás de este personaje es estudiante de la Academia de Baile de Rosita Piulats, cursa tercer año de Enfermería en una universidad de Santiago y toma el transformismo como un hobby, porque se proyecta más como enfermero.
"La gente tiene que tener claro que ser transformista es un arte, no es que nosotros queramos vestirnos de mujer y salir a la calle, porque a veces la gente entiende que ser transformista es prostitución... 'es que este es loca, que viene a huevear, se vende, es prostituta'. No tienen un concepto bien armado del transformista, que es hacer un show y entregarse al público", relata.
En su carrera no existe discriminación hacia él, ya que la mayoría de su curso lo conforman mujeres; tampoco ha tenido problemas en sus prácticas profesionales, donde considera que las personas han sido capaces de diferenciar el profesionalismo con su hobby.
Ignacia cuenta que hace dos meses tomó la decisión de experimentar el arte de vestirse y realizar performances como mujer. Su motivación principal fue el hecho de haber pertenecido al staff de un transformista.
Él se considera un "transformista emergente", ya que aún no se ha hecho "un nombre dentro del ambiente". Existen algunos consagrados en el país como Francisca Del Solar, Francis Francoise y Macarena O'Connors, quienes llevan más de diez años en el ambiente.
"La producción no demora mucho, lo que es transformarse en mujer, a mí, aproximadamente, me toma una hora, desde que te afeitas hasta que terminas tu último retoque. A algunas le toma menos tiempo", explica Ignacia.
Lo complejo es adquirir rasgos femeninos capaces de conjugar con un buen vestuario, sobre todo para disimular las partes íntimas.
"Uno es hombre y yo trato de usar vestidos que sean amplios para no esconderme mi pene, porque es molesto, complejo, doloroso. Tiene su técnica y duele, yo las veces que he tratado de bailar siendo transformista, duele mucho", detalla Ignacia con voz aguda.
"Sí, se logra, es difícil, pero distintas transformistas dan sus tips de cómo hacerlo".
El gimnasio poco a poco se vacía. Ignacia Colucci se siente como una banda de rock emergente, ya que no recibió ningún peso por mostrar su arte, nada más que el pago por el hospedaje y el alimento en Freirina.
A diferencia de la Miss Transformista 2014 de Freirina, que desvió la pregunta, Ignacia considera que la Ley Zamudio está muy manchada y manoseada.
"Siento que la gente se toma la ley muy a pecho, discriminar está mal, pero que manoseen mucho una ley, por la cual el ambiente gay luchó, yo creo que ya nombrarla para mí ya es molesto", sostiene.
"Lo más difícil es que tu propia familia te discrimine al principio de contarle que uno es gay, porque uno siente que la familia es lo que uno más tiene y son los que te van a apoyar en este caso".
"El aplauso del público, es lo mejor y lo más gratificante aunque no te paguen un show".
Ignacia Colucci se va contenta a Santiago, porque en febrero se presentará en el Festival de Viña como bailarín del ballet de Rosita Piulats. El bus la espera en el terminal con salida a las 2 AM. Se marcha junto a los demás transformistas capitalinos. El gimnasio queda casi vacío.
En el trayecto de vuelta, varios posters del gobierno que fomentan el deporte y la vida sana para la comunidad de Freirina. J