Muerte de joven malabarista revela los peligros del oficio
l Mario Saavedra Ponss
Bajo los semáforos del centro penquista, la muerte de Julio Espejo (24) fue el tema más comentado del día por los artistas callejeros que usan las esquinas de la ciudad como escenario. El atropello del muchacho los golpeó duro y los hizo pensar tanto a ellos como a sus familias, sobre los peligros y problemas que enfrentan cada jornada.
En el sector de Costanera, junto a los departamentos, el día estuvo triste y falto del talento del conocido malabarista penquista. En la esquina de Desiderio García con Nueva Costanera, los conductores que solían verlo siempre, se detenían a preguntarles a los comerciantes ambulantes si, efectivamente, el joven había sido la víctima del atropello.
Julio murió la noche del jueves luego de ser impactado por un vehículo en la pista que va en dirección a Chiguayante. Según detalló el jefe de la Sección de Investigación de Accidentes de Tránsito de Carabineros, capitán Boris Yáñez, 'en el momento del accidente, el joven no se encontraba haciendo malabarismo. Él habría cruzado la calzada en un sector en donde hay rejas que impiden el paso de peatones. Ahí fue golpeado por un vehículo Mercedes Benz conducido por una persona de 18 que no resultó con lesiones'.
Guido Silva, amigo y compañero de esquina del muchacho, contó que 'a mí me dio mucha pena cuando me contaron lo que le pasó al Julio. Yo trabajo en la misma esquina que él desde hace tres años y el cabro ya estaba acá. Le gustaba mucho estar en la calle haciendo sus malabares. Así se ganaba su platita, como todos. Hoy el semáforo ha estado triste, se nota mucho que ya no está. Los automovilistas me preguntaron toda la mañana si era verdad que murió, porque lo ubicaban', indicó.
El hombre, que vende pinitos aromáticos a los conductores, agregó que la familia de la víctima siempre tuvo miedo de un atropello. 'La mamá lo venía a buscar siempre para almorzar y tomar once. No le gustaba mucho que estuviera trabajando en el semáforo, porque se asustaba. A mí me dicen lo mismo, pero trato de hacer mi pega con cuidado'.
En Paicaví, Ejército y Los Carrera, sitios predilectos de los artistas callejeros por los tiempos de sus semáforos, también s e comentó el trágico deceso. En conversación con La Estrella, los jóvenes malabaristas, limpiavidrios y vendedores empatizaron con la partida de Julio. Contaron sus problemas, miedos y penas.
El payasito 'Barquillo', que trabaja en Los Carrera, contó que 'anoche viendo tele me enteré del accidente. Quienes trabajamos en la calle somos todos iguales, independiente de las habilidades de cada uno. El riesgo de morir en un atropello siempre es el mismo. Por otro lado, también hay que lidiar con el ánimo de los choferes. Ellos no siempre vienen de buen humor. Al mismo tiempo hay que pensar siempre en los segundos que dura el semáforo, por lo que es bien complejo todo', aseguró.
'He trabajado en casi todo Chile. Pero aquí en Concepción la gente es más educada. A uno se le hace más cómodo hacer su espectáculo porque los penquistas son buen público. Siempre se dice que en la calle se pelean las esquinas o semáforos, pero eso en esta ciudad no pasa. Nosotros nos vamos preguntando cuánto tiempo estaremos en cada lugar y los compañeros nos esperan. Al menos en ese sentido es bueno', puntualizó 'Barquillo', mientras hacía su espectáculo con 'Barquillito', su alegre marioneta.
Junto con preocuparse del tránsito, los tiempos y el humor de los automovilistas, el cual no siempre alcanza para regalarles una moneda por el show, los artistas callejeros también deben estar atentos a los lanzazos. Víctor Pineda, limpiavidrios de Bulnes, contó que 'uno aquí se puede ganar buena plata cuando el día está bueno. Por ejemplo, entre $3 mil y $5 mil por hora. Hay tipos que saben eso y se fijan si guardamos la plata en las chaquetas que, a veces por calor, dejamos junto a los grifos o postes'.
Por su parte, Daniela Rocha, quien lleva tres meses haciendo swing con banderas en Paicaví, explicó que 'acá a las mujeres los mismos compañeros de las esquinas nos ayudan y nos cuidan. Para ellos, cuando están solos es más complicado. Hay tipos que les roban y no tienen ningún respeto'.
En cuanto a la gente, la muchacha opinó que 'las personas suelen recibir bien lo que hacemos. A mí me han felicitado o me dicen que les ha llamado la atención lo que hago. Por suerte nunca me ha pasado nada malo, pese a que mi mamá una vez me dijo que anduviera con cuidado porque me podían atropellar, por ejemplo'.
Conductores de la Constanera, como Joel Muñoz, comentaron que 'a veces ellos suelen hacer cosas imprudentes. Por ejemplo, el pedir la plata cuando uno comienza a avanzar es muy peligroso. Los he visto meterse entre camiones o micros y da mucho susto que puedan quedar apretados. Pero también se entiende que es por necesidad', señaló.
Por su parte, Cristóbal Arancibia, chofer de un camión repartidor, comentó que 'a mí me da harta pena lo que le pasó a ese joven. Yo no sabía cómo se llamaba, hasta que leí la noticia. No sé por qué imaginé que había sido él. Ojalá que el resto de los chicos que trabajan en la calle anden con más cuidado. J