Ecocremación: Ingeniero creó servicio fúnebre de mascotas que permite preservar su recuerdo
l Cecilia Bastías Jerez
Ver que muchas personas no podían sepultar a su perro o su gato, lamentando incluso que a algunas no les quedara otra que arrojarlos a la basura, hizo a Jorge Bejarano, ingeniero civil químico, pensar en un servicio especial para mascotas, único en Concepción, consciente de que cada vez los animales son mirados con otros ojos por la sociedad y considerados en muchos casos parte de la familia.
Así, este profesional independiente de Talcahuano postuló un proyecto de desarrollo de negocios de Innova Bío Bío, dando así origen a "Bapets", servicio funerario que consiste en un sistema de reducción de los restos del animalito, los que luego se depositan en una ánfora especial y pueden ser así conservados para siempre por sus amos.
Aunque ya existe en Santiago, este es un sistema que recién está naciendo en la región, lo que Bejarano destaca, ya que sostiene que sabe de personas que han llevado a sus mascotas a cremar a la capital, desconociendo que un proceso similar se realiza en la zona. "Lo importante del servicio que yo entrego es que yo amo a los animales y trato a la mascota dignamente, por sobre toda las cosas. Yo tengo una ceremonia propia cuando veo a la mascota en el canastillo para someterla al proceso químico, que se llama hidrólisis alcalina. Ahí me despido de ellos", comenta.
A juicio de este ingeniero, esta labor le ha dado una oportunidad de sentirse mucho más humano mediante el cariño a los animales. "Yo quiero a los animales, tengo cuatro perros, tengo tortugas, he tenido hasta chivos cuando era niño. Las personas que son buenas con los animales no son malas de corazón, creo yo", plantea.
Y eso mismo es lo que le ha ido entregando la confianza de sus clientes, que poco a poco han ido aumentando gracias a la difusión que ha intentado dar a su trabajo. Además del trato que da al animal, es vital el que da a las personas que están pasando por la tristeza de ver muerto a su gato, su perro o cualquier otro regalón.
"Yo retiro al animal en las casas o en la veterinaria donde ha sido eutanasiado. Pero cuando llego, si no supiera a lo que voy pensaría que estoy en el velorio de un humano. Entro a la casa y están todos tristes. Yo espero que se despidan de la mascota. Para mí es importante eso de darle el tiempo que necesitan y trato de ser empático", afirma Bejarano, ya que lo que ofrece es un servicio fúnebre. Uno del que él mismo no ha estado ajeno, ya que también detalla lo difícil que fue trabajar con el cuerpo de uno de sus perros, "Canito", que fue atropellado por un tren.
"Yo no estaba en la ciudad, el perro estaba en la casa de mi madre, siempre le gustaba salir y volvía. Un día no volvió más y después lo encontraron atropellado en la línea del tren. Como yo no estaba, lo enterraron, pero cuando llegué lo saqué y lo pasé por el proceso de la hidrólisis alcalina. Fue duro trabajar con el 'Canito', porque uno quiere a su mascota", explica.
casos
De sus clientes, asegura que recuerda tanto el nombre del amo como el nombre de la mascota. Y eso que durante este año han pasado por el proceso de "ecocremación", como él lo denomina, a 46 animales, desde pequeños hamsters hasta perros de razas bastante grandes.
"Me han tocado casos bastante variados. Por ejemplo, desde Talca me trajeron a dos mascotas que habían estado enterradas por un año y algo en el patio de una casa. Pero después los amos se tenían que cambiar y yo les hice el proceso para entregarles las cenizas de sus animales en unas ánforas y así se las podían llevar con ellos al nuevo domicilio", describe.
Asimismo, recuerda a una niña a la que le tuvo que mostrar el equipo con el que trabaja, porque estaba muy asustada y afectada por la muerte de su mascota, así como el caso de una joven que llegó con un perrito que vio cómo fue atropellado, lo intentó salvar llevándolo al veterinario, y al no conseguirlo se acercó a él para poder darle un correcto final. "Como yo supe todo eso, pensé en cobrarle sólo el costo y después ella fue a lanzar las cenizas al río. Esas cosas quedan grabadas porque hablan de una preocupación desinteresada", indica.
Cuenta que lo han marcado varias experiencias, porque a sus clientes los acompaña en el duelo. "Esto es algo que los afecta mucho, incluso en el Facebook que tengo les digo cómo enterrarlos si no pueden pagar. Me acuerdo de unos estudiantes que adoptaron un gatito, pero lo mordió un perro y falleció. El sentimiento de esos muchachos me dio esperanza en la juventud, porque fueron tan tiernos con el gatito. Como pudieron juntaron su platita, y antes de entregármelo tiñeron sus patitas y las marcaron en un papel", detalla.
el proceso
Jorge Bejarano comenta que durante este año ha hecho una mayor cantidad de servicios, luego de que se fueran corriendo la voz de la existencia de esta funeraria para mascotas, que, asegura, ha despertado bastante interés de personas de todos los estratos sociales, que tienen en común el amor por sus mascotas y los animales en general.
La base de esta idea, explica, nació en una experiencia laboral anterior. "Alguna vez trabajé en un reactor para procesar residuos de animales de campo, a los que se les hacía autopsias en Chillán. Este es un proceso que se ocupa en Estados Unidos y fue diseñado para tratar el tema de las vacas locas, y se llama hidrólisis alcalina. Más o menos en el 2010, me llamaron para echar a andar ese reactor. Después yo lo diseñé para las mascotas", señala.
"Pensamos en esto porque muchas personas no pueden sepultar a sus animales, los tienen que tirar a la basura y se me ocurrió la idea de presentar el proyecto. Le voy incorporando cosas novedosas para irlo patentando, ya que la base es la misma y se utiliza de hace mucho tiempo", detalla.
La hidrólisis alcalina consiste en la aceleración del proceso de descomposición de un cuerpo, se reduce a los huesos, los que son molidos para transformarse en un polvo blanquecino dentro de una ánfora que queda para la familia.
Por lo tanto, un elemento importantísimo de este servicio son los recipientes en que se introducen los restos de la mascota. Pero el mercado en la zona es tan incipiente, que Jorge Bejarano no ha encontrado a ningún artesano capaz de hacerlas. "Me dicen que es muy difícil de hacer, pero encontré a un hombre en Pomaire que las hace, fabrica 100 mensuales para un crematorio en Santiago, así de grande es el mercado allá. Y también encargué unas metálicas en India", comenta.
"En cuanto a los precios los he ido modificando, ahora cobro 65 mil pesos y de ahí se va viendo de acuerdo al tamaño del animal. Los perros muy grandes, como los terranova, son 140, porque es mayor el trabajo", indica Jorge Bejarano, a quien se lo puede contactar al 66781926.
"La gente puede confiar en mí, ya que mi idea es hacer de esto un servicio fúnebre lo más parecido a cómo se hace a las personas", concluye. J
"Cuando voy a
las casas, a veces
parece que estoy
en el velorio de
un humano,
están todos muy
tristes".
"La idea es hacer
un servicio
fúnebre lo más
parecido a los
que se hacen a
las personas".