Se persigna y ora al ingresar a la cancha para no recibir goles
Carlos Paz Durán
La lleva en el corazón. Siempre que entra a la cancha, el arquero Cristóbal Araneda toca el pasto, los postes del arco, se persigna y le dedica una oración a Isidora, su sobrina que en diciembre pasado nació prematura, y que vivió sólo un par de días en incubadora.
"Le pido que me dé fuerzas durante el partido, que me cuide, que no me hagan goles", señaló quien integra la Sub 14 de la Escuela de Fútbol del Liceo San Francisco de Asís de Arauco, al que representa en el Campeonato Regional Escuelas de Fútbol.
"Isidora me escucha, pues me ha ido muy bien en el torneo", afirmó el portero, quien recalcó que "quedé destrozado cuando ella murió. No me puedo imaginar lo que debe haber sufrido mi hermano (Diego, un teniente del Ejército de 28 años de edad que hace patria en el norte del país) al saber que su hija no estaría más con él".
Así, el balompié se ha transformado en la mejor actividad para que Cristóbal mantenga vivo el recuerdo de su sobrina, y en la mejor terapia para calmar el dolor producido por su temprana pérdida.
De la mano de las oraciones y persignaciones, además, no sólo ha recibido pocos goles sino que ha mejorado notablemente su nivel.
"He ido evolucionando en el puesto, en el que empecé a jugar cuando estaba en cuarto básico. En ese entonces, y pese a que jugaba harto en la playa, era malito. Recién en quinto (básico) comencé a progresar y empezaron a decir que era bueno. Desde entonces a la fecha no he parado", destacó el alumno de 8° A, quien también ha jugado en el fútbol amateur de su natal Arauco por el Arturo Prat.
"Quiero seguir progresando como arquero, por lo que no descarto ir a una prueba a la Universidad de Concepción", manifestó Cristóbal Araneda, quien no piensa descuidar los estudios a causa de su amor por el fútbol.
Es que su segundo sueño es estudiar Ingeniería Civil en Minas. J