A medio siglo de la tragedia de La Janequeo el único chorero sobreviviente relata el horror
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El pasado 15 de agosto se cumplieron 50 años de la tragedia del escampavía "Janequeo", donde murieron 47 marineros en el sur de Chile mientras realizaban maniobras de remolque del patrullero "Leucotón"el cual se encontraba varado en la Caleta Lliuco de la Bahía de San Pedro (provincia Osorno, comuna de Purranque). Esta ha sido la mayor targedia de la Armada de Chile en los últimos cien años.
Transcurridos 50 años de esta desgracia, aún quedan seis sobrevivientes, uno de ellos es el chorero Luis Alberto Alarcón, quien en septiembre cumplirá 81 años de edad, casado con Adoris Fuentes hace 59 años, tiene cinco hijos, 13 nietos y cinco bisnietas. Sus dos hijos hombres y dos de sus nietos siguieron sus pasos y se incorporaron a la Armada de Chile.
Luis Alarcón Alarcón o "Tito", como le dicen sus seres queridos, es nacido y criado en el sector de Las Canchas.
en la armada
Sus primeros pasos en la Armada se remontan a 1951 cuando se presentó a dar los exámenes a la Escuela de Grumetes en Talcahuano. "Quedé y estuve todo ese año. Mi primer buque fue el acorazado Almirante Latorre. A fines del 53 me transfirieron a la fragata Covadonga, donde hice mi primer viaje a la Antártida y en 1954 en la Escuela de Torpedos hice el curso de buzo escafandra", señaló.
En 1962 cuando llegaron los primeros trajes autónomos a la Armada, lo enviaron a una nueva capacitación.
"El cambio fue considerable, lo que hacía un buzo escafandra en una hora, un buzo autónomo lo hace en 10 minutos", sostuvo.
Luis Alarcón siempre quiso ser buzo, ya que es de familia de pescadores. "Mi padre era pescador y perteneció a la Armada igual", señaló con orgullo.
Por esos años, Luis Alarcón pertenecía a la Base de Salvataje de Talcahuano. "Cuando la Janequeo zarpó de Valparaíso pasó a buscar a un resto de Partida de la Base de Salvataje a Talcahuano y entre esos estaban el buzo Bravo, Valdés y yo, y nos sumamos a los dos buzos que venían de Valparaíso", explicó.
En Talcahuano se embarcaron carpinteros, combustionistas, todo lo que conforma una partida de salvataje que estaba al mando del capitán de Fragata Claudio Hemmerdinger, quien era el jefe de la Partida de Salvataje, quienes estaban listos para partir a cualquier emergencia.
Luis Alarcón recordó que partió con unos 20 marineros más, miembros de la Partida de Salvataje de Talcahuano, los demás, en su gran mayoría, eran de Valparaíso.
En agosto de 1965 el patrullero "Leucotón", había varado en Caleta Lliuco, en Bahía San Pedro, al sur de Corral por lo que la "Janequeo partió para auxiliarlo.
"El Leucotón tenía problemas en su gobierno, (timón) por lo que pasó a una caleta a solucionar el problema que tenía y a capear un temporal, pero una ola los lanzó a un barra de arena donde quedaron varados", recordó.
Una vez cuando llegaron al lugar, el buzo recordó, "pasamos el remolque, tiramos y la barra de arena que había no los dejó pasar. En un momento cuando estábamos tirando al Leucotón pararon las máquinas y el buque se fue un poco para atrás y ahí se enganchó en nuestra hélice", recordó.
su experiencia
Sin propulsión soltaron ancla y la tripulación de Leucotón se fue a tierra firme. "Al pasar los días la mar cada vez estaba más brava, hasta que se nos cortó la cadena del ancla. Recuerdo que en la mañana me estaba levantando estaba en el entrepuente (donde están las literas) y por el parlante del buque el cabo de guardia avisó que se había cortado la cadena, producto de unas olas de unos 15 metros, busqué un chaleco salvavidas y subí al puente. En eso pasaron un par de minutos y comenzamos a vararnos en las rocas y terminamos en la famosa Roca Campanario", recordó lleno de emoción.
Se quebró el palo mayor que cayó con fuerza sobre la cubierta la que causó la muerte de varios marineros. Unas rocas, llamadas agujas, penetraron en el puente matando al marinero Rigoberto Mena, e hiriendo de muerte al capitán de Fragata Claudio Hemmerdinger, jefe de la Partida de Salvataje.
"Ahí cada cual luchaba por su vida. Todos estábamos desesperados. Yo al menos no vi llorar a nadie", manifestó Luis Alarcón, quien en ese momento era cabo primero, con 30 años de edad.
"Sentí mucha impotencia al ver como mis colegas se morían al lado de uno, ver unos que levantaban la mano y se sumergían y no se veían más. Yo en un momento me entregué. Estuve abrazado a una roca un buen rato, hasta que me venció la mar y me sacó. De la roca veía como mis colegas caían al mar", recuerda con sus ojos vidriosos.
"Las olas a uno lo sumergían, se lo pasaba más abajo del agua que arriba, todos gritaban pidiendo auxilio. En una salí mirando para la playa y en la orilla vi salvavidas, estaba a unos 50 metros y pensé si hay salvavidas deben haber sobrevivientes, así que si hay gente que se salvó, yo también me salvo y así comencé a luchar nuevamente y en la orilla un lugareño me tiró un cordel y en la orilla estaba el sargento Valdés, quien me dijo nos salvamos guachito", se acordó con felicidad de ese momento.
Ya en la orilla los lugareñas le frotaron las piernas con arena y pasto para que entrara en calor.
Alarcón recordó que "tenía un compañero Espinoza que le gustaba mucho el mar, con él íbamos para atrás para la península a jugar con las olas y él cuando supo de la tragedia llegó a la casa y dijo a mi señora, si hay un sólo sobreviviente ese va ser el Tito".
De regreso en la zona, Luis Alarcón pasó internado dos días en el Hospital de la Base Naval. J