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La despedida tenía que ser brillante, y lo fue. En un gran partido, ante casi 22 mil espectadores y, por sobre todo, con una Nigeria que regaló un show futbolístico de primer nivel al vencer 4-2 a México en semifinales, el Ester Roa Rebolledo selló anoche su segundo ciclo mundialista.
Lo hizo 28 años después del Mundial Juvenil de 1987, año en que alojó al Grupo B, y cuando el estadio era llamado Collao, a secas.
Pero ayer el coloso penquista no sólo se despidió de la cita mundialera Sub 17, sino también de un año de ensueño para sus casi 30 mil aposentadurías, pues en junio y julio recibió a una inolvidable Copa América.
Ajenos al cierre de puertas que desde el mismo pitazo final del lance ante los aztecas vive el recinto, ello debido a la construcción de la nueva pista de rekortán, y de las dudas que sobre su uso tienen los clubes locales cuando esté operativo a contar de febrero, los nigerianos disfrutaron el triunfo como un carnaval.
Es que el resultado los dejó a las puertas de su quinto título mundial de la categoría. El cuarto lo abrazaron en la anterior versión de la cita, esa que se jugó el 2013 en Emiratos Árabes Unidos, y cuando derrotaron también a los mexicanos con un cómodo 3-0.
Mientras el rival secaba las lágrimas de tristeza con sus camisetas y el pasto del Ester Roa, los africanos disfrutaron de una fiesta que duró casi un cuarto de horas, y en la que saltaron, se tiraron al piso, oraron y mostraron papeles con palabras de agradecimiento.
El público, que en su enorme mayoría alentó al país americano, en principio siguió con respeto los festejos del vencedor... y luego se unió a ellos.
Era lo que correspondía hacer ante una oncena que si bien está conformada por jóvenes, juega como un equipo adulto.
Con una envergadura física privilegiada, estatura de gigantes, zancadas que equivalían a dos pasos de los contrincantes y remates que hacían tiritar al balón, las Águilas Verdes no dejaron dudas de que eran los justos finalistas.
Y eso que empezaron perdiendo con gol de Kevin Magaña al minuto 6, para empatar a los 34' con espectacular tiro libre de Kelechi Nwakali desde 24 metros, mientras que a los 42' se pusieron arriba con derechazo de Orji Okwonkwo casi desde la misma distancia.
A los 59', y en uno de los mejores goles del Mundial, Diego Cortés igualó a 2 tras eludir a cinco rivales. Luego Osinachi Ebere a los 67', y Victor Osimhen a los 82' con penal, decretaron el 4-2.
¿Hubo algo malo en la semifinal? Sí, la detención de dos menores de no más de 12 años que entraron a la cancha a celebrar con el ganador, y que hicieron cero daño. J