Emergente club chorero brilla y crece sobre ruedas
manuel.munoz@estrellaconce.cl
El paso de las micros y bocinazos de automovilistas que circulan por calle Colón, bajo la rotonda de Las Golondrinas, en nada altera el tránsito firme y parejito de la hilera de patinadores, todos vestidos de azul y guiados por las ruedas del profesor a cargo del pelotón.
Así entrenan, cuatro o cinco veces a la semana, los chicos del club Roller Sur Talcahuano en el patinódromo de Hualpén, donde llegan por las tardes para llenar de vida aquel lugar, aprovechando un rincón que si no fuera por ellos, además de los que llegan de otros clubes de la zona, pasaría vacío.
A un costado de la pista, padres, abuelos y demás familiares, a la espera de que sus niños entrenen, arman su propio ambiente de camaradería y buena onda, apoyando el desarrollo deportivo de los entusiastas patinadores. Así se la han llevado por casi dos años, tiempo de vida de la agrupación y en que ha venido creciendo, tanto en logros como en integrantes.
"Empezamos como club en julio del año pasado, tenemos alrededor de 40 niños, quienes se dividen en dos grupos, los que compiten a nivel escolar, local y regional; y un grupo intermedio que compite a nivel nacional en Santiago", comenta Sergio Figueroa, tesorero y uno de los fundadores junto a varios padres que se motivaron y armaron el grupo.
"Pese a tener poco tiempo como club se han integrado varios niños. Y muchos bien chiquititos, hasta de tres años han llegado. Eso es bueno, porque muchos empezamos con más edad y cuesta más adoptar la técnica, pero a los niños que empiezan desde chicos, les cuesta menos", agrega la sonriente Lorena Figueroa, de 16 años, quien hoy representa a Roller Sur en competencias en la capital.
"Me gusta venir, no me da miedo y es súper entretenido", dice bien seguro el pequeño Isaías Roa, de 6 años, quien junto a su socio en el club, Aníbal Sazo, otro pequeñín de 5 años, llegan a entrenar sin ningún temor a los "porrazos".
"A él mirando le gustó, lo pasa bien y ya ha ganado varias medallas, de hecho tiene un tercer lugar regional", dice chocha la abuela, María Isabel Garcés.
"Acá, además de que aprenden el patinaje en sí, los niños aprenden a ser disciplinados, se esfuerzan y también comparten los valores del compañerismo", expone Alexis Roa, papá de Isaías y Antonella, sus dos pequeños que participan en el equipo.
El entrenador de los muchachos, Piero Campodónico, destaca el interés de los jóvenes, pues algunos llegaron sin saber nada y hoy patinan y compiten. "Lo más difícil es pararse en los patines, ya después aprendes técnicas básicas, mejoras tu centro de gravedad, la coordinación, habilidad, y después se pasa a la competencia, cuando los chicos se motivan, lo que involucra más preparación física, se va avanzando en etapas. Han llegado niños que no sabían nada y de a poco han aprendido y siguen acá", afirma.
bolsillo familiar
La permanencia y crecimiento del grupo ha sido posible gracias al compromiso de las familias, pues por la juventud del club no han podido postular a proyectos, por lo que implementos, viajes y todo lo necesario para competir, sale del bolsillo de los padres.
"Este es un deporte súper caro para una familia normal. Un par de patines cuesta cerca de 60 mil pesos, un casco 40 mil, el body que se manda a hacer a Colombia, cerca de 32 mil, así vamos sumando. Ahora un patín profesional supera los 300 mil", comenta el tesorero Sergio Figueroa.
"Cuando entran al nivel competitivo es bastante caro de costear, por eso sería ideal que algunas empresas se motivaran y apoyaran este deporte, para poder sacar deportistas de alto rendimiento en el patinaje de la zona", apuntó el entrenador de las promesas del patinaje local. J