"Luncheonette": parte de la historia penquista
Este simbólico restorán de Concepción lleva atendiendo más de 63 años a sus clientes con sus típicos platos .
La historia comienza en 1953, cuando Ramón Bilbao, luego de venir de Pemuco a probar suerte y trabajar arduos años como garzón, cumple el sueño del pibe y logra arrendar, primero, y después comprar el restorán "Luncheonette" a su jefe y dueño en ese entonces, Enrique Magnani. De ahí en adelante, este longevo local empezó a dejar su huella en sus clientes a través de su cocina típica chilena y la buena atención y cercanía de su anfitrión. "El sello que le impuso (don Ramón) era la atención personalizaba, él estaba siempre ahí en los comedores o en el bar, por lo tanto, él hacia al local", cuenta René Muñoz, cliente del "Luncheonette" desde sus inicios.
Como para reafirmar esta idea, Danae Bilbao, una de las hijas del propietario, asegura que "mi papá tenía buen trato, era bien amigo de las personas, andaba preocupado siempre". "Incluso la otra vez le dedicaron unas palabras en un libro, donde el escritor le agradecía porque en la época que estudiaba, se había casado recién y no tenía dinero para mantenerse, entonces le pidió pensión para comer, la que después iba a ir pagando. Él cuenta eso y que habían tenido un trato fuera de lo común, sin diferenciar si le había pagado o no".
Todo ese espíritu Don Ramón lo comenzó a plasmar en el primer local, el que se ubicaba en Caupolicán 327, al llegar a San Martín. Allí se podía disfrutar de una oferta gastronómica típicamente criolla, que iba desde una cazuela de pava hasta un plato de mariscos.
"Ese era un lugar de comida básicamente chilena, con fuerte presencia de los productos del mar, traducido en el congrio como plato fuerte y como entrada todo lo que dice relación con los moluscos, locos y erizos, y también el ponche de erizo, que unas de la cosas que hacían especial a este local", explica Mario Muñoz.
El lugar se destacaba por tener un gran espacio, donde se reunían estudiantes, familias, y funcionarios públicos y bancarios de la época a disfrutar de las bondades culinarias y del gran ambiente que se vivía en esa picada.
"El Luncheonette de Caupolicán tenía una gran barra, era un restorán amplio, de alrededor de 30 mesas que siempre estaban completas. Esa era una de las cosa notables, debería haber sido unos de los restoranes que más vendía", añade Muñoz.
También en aquellos tiempos era una tradición juntarse entre amigos y compadres a jugar cacho, brisca y dómino. Para ello, existía un sector especial, donde la gente disfrutaba de estos juegos de mesa, alrededor de un buen ponche de chirimoya o una botella de vino viejo.
"Mi papi me decía nadie daba un peso por el ponche de chirimoya y él partió haciendo y terminó arrasando con ese ponche", subraya Danae Bilbao.
Para los que conocen el local desde sus inicios y para la propia familia Bilbao, los años en calle Caupolicán son los más gloriosos del negocio. "Por historia, ese periodo, sobre todos los 60 y 70, fue la época que más resaltó", afirman.
En los primeros años de los 80, el tradicional boliche vivió su primer desafío, trasladarse de lugar. Se reubicaron en la galería del Cine Lido, en un recinto más chico, pero de dos pisos. El cambio generó una baja de público importante, aunque siguió conservando a sus clientes más fieles.
En dicha ubicación estuvieron cerca de una década para luego cambiarse al sector de Colo Colo con Los Carrera. Allí se mantuvieron muy poco tiempo, ya que el local funcionaba en un segundo piso, lo que generaba incomodidad sobre todo en los clientes de más edad. "El acceso a ese local era muy inadecuado, para las personas era una subida muy pronunciada, con muchos riesgos de accidentarse", explica Muñoz.
Hoy en día, el "Luncheonette" lleva atendiendo a sus clientes por más de 22 años en Colo Colo 672. Aunque ha pasado bastante tiempo, la esencia de esta picada no se ha perdido. Su cocina popular y platos bien particulares, como riñones al jerez y guatitas a la jardinera o a la española, se siguen ofreciendo como parte del menú, con bastante requerimiento de los clientes. Desde que el negocio se trasladó a su actual ubicación, la administración ha estado a cargo de Rosa Salgado, con una participación más presente de sus hijos, sobre todo luego del fallecimiento de su padre en 2012.
Visitas ilustres
"Luncheonette" siempre se destacó por estar abierto hasta altas horas de la noche. Es por ello que de vez en cuando, el local recibía destacadas visitas del mundo del teatro y de la música, como Pedro Messone, Liliana Ross o Walter Kliche. Incluso el elenco de la Pérgola de las Flores encabezado por Silvia Piñeiro iba a comer al local después de montar la obra. Incluso, según lo que comentaba don Ramón a su hija, Violeta Parra fue un par de veces en su paso por la ciudad.
Asimismo, todavía en las paredes del "Luncheonette" existen rastros del fanatismo de Ramón Bilbao por Deportes Concepción. Su vínculo con los lilas comienza desde la época en que jugaba Osvaldo "Pata Bendita" Castro y no sólo como hincha, sino también como dirigente de aquellos años.
Las mejores empanadas
Una de las especialidades del "Luncheonette" desde sus inicios son las empanadas, ya sean fritas o de horno. Sofía, la maestra de concina del local de Caupolicán, es la creadora de la receta, que luego se la pasó a la señora Rosa de Bilbao, la que fue conservando la fórmula y quien se la entregó a la señora Isabel, la maestra de cocina que hasta el día de hoy hace las empanadas.
El año pasado la carrera de Hotelería, Turismo y Gastronomía de Inacap premió a las mejores empanadas de Concepción y sus alrededores. Y el "Luncheonette" se quedó con el primer lugar entre las empanadas fritas.
En la actualidad, este emblemático restorán penquista sigue siendo una grata opción para quienes quieren disfrutar de los típicos platos de la cocina criolla. Sus colaciones son unas de las más requeridas del centro de la ciudad. Mucha variedad, calidad y económicos precios, hacen una combinación perfecta para que el que camine por calle Colo Colo se vea tentando a entrar.
"Mi papá contrataba una orquesta y el restorán se llenaba"
Danae Bilbao, hija del propietario, recordando las Fiestas Patrias en el local.
En "18"
Para Fiestas Patrias, Ramón Bilbao tiraba prácticamente el "Luncheonette" por la ventana organizando un gran evento. Las actividades se iniciaban el 30 y 31 de agosto, con la celebración de Santa Rosa y San Ramón. "Mi papá contrataba una orquesta e invitaba familiares, se llenaba, era una mesa grande para nosotros y todo el resto del restorán repleto, porque a mi papá mucha gente lo iba a saludar. Partíamos en agosto y no paraba hasta el fin del 18, no es como ahora", recuerda Danae Bilbao.
500 empanadas de horno son las que hacen todos los fines de semana en el "Luncheonette".