Viene Navidad y el bombardeo de promociones de televisores comienza a llenar la bandeja de correos no deseados y los avisos en diarios. La oferta de pantallas ha crecido en el último tiempo, llenándonos de términos y tecnologías con nombres rimbombantes que, más que ayudar al consumidor, suenan a estrategia de marketing un tanto dudosa (léase Smart TV, HDR, 4K, Full HD, Pure Color, entre otros tantos).

Para no perderse entre tecnicismos, van algunos datos para fijarse en las características que sí importan. Lo primero es definir el uso: ¿estará en una pieza? ¿será el televisor de la sala de estar o comedor? ¿a cuánta distancia estará de los televidentes? De uno a dos metros, recomiendo pantallas de hasta 45" y a más de dos y medio, la mejor opción son las de 55" hacia arriba. Esto para sacarle el máximo provecho a esos pixeles llenos de detalle.

Luego debemos saber para qué la usaremos. Si será un televisor familiar probablemente sea buena idea priorizar tamaño por sobre calidad de imagen. En cambio, si es aficionado de las altas resoluciones, nitidez y contraste, puede sacrificar tamaño en pro de imagen superior.

Y la pregunta del millón: ¿Vale la pena 4k o UHD (Ultra High Definition)? A menos que tenga mucho material en esa altísima resolución, mejor buscar una pantalla Full HD de mayor tamaño y calidad de imagen por el mismo dinero que una 4k. Eso, si puede encontrar stock.

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