Damnificados dejan atrás daños del 27F en sus nuevas viviendas
La mayoría de la gente que perdió sus casas tuvo que acostumbrarse a una nueva vivienda e incluso a un nuevo barrio. Valoran el haber aprendido a reaccionar ante los sismos, pese a que en algunos persisten los malos recuerdos.
"Ya no le tenemos miedo a los temblores, sabemos que si es muy fuerte hay que arrancar. Además nosotros tenemos todo hablado, si pasa algo ya sabemos donde nos vamos a juntar, que es un poco más arriba del servicentro. Todos sabemos lo que hay que hacer".
Llena de convicción habla Zedi Antimán, dueña de una de las casas afectadas por el terremoto y maremoto de 2010 y que, pese a todo lo vivido a partir de aquella noche, decidió quedarse viviendo junto al río, en Lebu.
Una vida junto al mar
Ella y su familia llevan 37 años viviendo en calle McKay con el muelle, en el sector La Colonia, y sólo durante una semana han dormido afuera. Los días posteriores al terremoto se quedaron todos durmiendo en el cerro.
"El mar se empezó a recoger y nos fuimos. Cuando iba en la esquina sentí agua y pensé que era el alcantarillado, pero era el mar que venía subiendo, las lanchas chocaban una con otra y se empezaron a apilar hacia el puente. Yo bajé como una semana después, mi casa quedó bastante mal", rememora la vecina.
Pese a los recuerdos de una noche de terror arrancando hacia los cerros y el tiempo que tomó reparar su casa para poder habitarla nuevamente, la costumbre de vivir a metros de los botes es más fuerte.
"En algún momento lo pensamos, pero finalmente no quisimos irnos porque estamos acostumbrados a vivir aquí. Mi marido y mi hijo trabajan cerca, así que bajan y se van a su bote o lancha", explica.
La población 27F
Otras familias no tuvieron siquiera la posibilidad de quedarse donde vivían, porque el movimiento telúrico echó todo abajo y lo que no cayó fue arrastrado por las olas.
Es el caso de Elizet Castro y su familia, que para el 2010 vivían en la villa José Miguel Carrera. Ellos no tuvieron más opción que irse a la nueva población 27 de Febrero después de deambular por distintos sectores de Lebu.
Su nueva dirección es en calle Santa Fe, lo que a diario les recuerda el periplo por el que tuvieron que pasar hasta tener su vivienda definitiva.
"La calle tiene ese nombre porque el campamento que hicieron allá arriba en el cerro se llamaba así", cuenta la mujer, y explica que todos los vecinos podrían contar historias de supervivencia similares, lo que les ha otorgado un inesperado sentido de unidad.
Después de algunos años, el día a día de Elizet ha vuelto a desarrollarse junto al mar. Junto a una veintena de mujeres, trabaja en una planta procesadora de pescado que se dedica a la exportación y que pudieron echar a andar gracias a un proyecto presentado a la Cruz Roja de Japón.
Poco más de 45 minutos debe caminar para cubrir los dos kilómetros y medio que separan a su casa y su trabajo, cerca de la playa lebulense.
La locomoción es escasa, pero lo que más la preocupa es su propia reacción ante un sismo.
"Uno se va acostumbrando pero con todos estos remezones que han habido igual una se pone nerviosa. Puedes estar muy bien y te acuerdas de todo. Igual complica porque si viene algo de nuevo es largo el pique hasta la casa", confisa con nerviosismo.
Dos de sus vecinas en la misma calle, Isabel Saravia y Ana Llaupe, cuentan que los traumas post terremoto ya están superados y si bien antes se asustaban con los movimientos, ya es cosa del pasado. Es más, consideran que sus nuevas viviendas superan a las que perdieron. "Ahora estamos mejor que antes, tenemos una mejor casa y es más seguro porque antes vivíamos al lado del río", explica Ana.
Dichato
Otro que no quiso alejarse del mar fue Pedro Ávila, que sigue viviendo en su mismo sitio de siempre en Dichato.
Sobreviviente de los terremotos de 1960 y de 2010, el octogenario dichatino busca en qué ocuparse para entretenerse después de haber dejado la pesca.
"Ahora ya me da un poco de miedo salir a la mar, además que tengo 85 años ya y anduve desde los 12 en los botes", cuenta, mientras corta leña junto a la vivienda que le construyeron sobre columnas de acero, tipo palafito.
"Vivo aquí con mi señora, la casa es bien buena y tiene de todo: baño, cocina, living; para dormir es el último piso de arriba eso sí, parece pajarera", comenta con humor. "Mi patrona tiene problemas para la escaleras eso sí, porque está un poco enferma de las piernas", acota.
De su casa original sólo quedó el radier y una habitación que mantiene en pie para guardar algunas cosas.
Dice que el ánimo ya está arriba, pese a lo difícil que fue el terremoto: "Quedó vacío esa vez, no quedo ninguna casa, pero aquí estamos".
Aunque tuvo la opción de trasladarse a sectores más cerca de los cerros, no quiso. "Yo nací y me crié aquí. Dichato es una caleta tranquila y me gusta".
"Ahora estamos mejor que antes, tenemos una mejor casa
Ana Llaupe, vecina de la población 27F de Lebu"
"Dichato es una caleta tranquila y me gusta
Pedro Ávila,, ex pescador dichatino"
Balance de reconstrucción post 27f
De acuerdo a Ministerio de Vivienda y Urbanismo, hay 12.282 proyectos de reconstrucción ya ejecutados en la provincia de Arauco. De ellos, mil 755 corresponden a Lebu, donde además hay un proyecto aún en desarrollo y otros 10 a nivel provincial. En la provincia de Concepción, en tanto, son más de 42 mil los subsidios ya ejecutados y otros 400 están en ejecución. Cabe destacar que en el reporte se visualizan dos proyectos aún sin iniciar en Talcahuano y otro en Tomé, donde sí se desarrollaron 4 mil 77 subsidios, la mayoría de ellos en Dichato. Cerca de 300 fueron a través de la Egis del municipio.
1.755 proyectos de reconstrucción se ejecutaron en la provincia de Arauco desde 2010.
42.000 subsidios de reconstrucción ya están terminados en la provincia de Concepción.