Ropa vieja renace llena de color y estilo en las manos de penquista
Silvana Boccaletti transforma prendas que ya nadie usa en nuevos productos, apuntando al diseño sostenible.
¿Qué hacer con toda esa ropa que se acumula en el clóset y que, ya sea por estar dañada u otra razón, no se puede regalar? Silvana Boccaletti Fernández, publicista, 31 años, encontró la forma de evitar que terminen acrecentando la cantidad de basura y de darles nueva y colorida vida a través de sus creaciones.
Su propuesta, "Aloha EcoDesign", se basa en el diseño sostenible que, subraya, tiene dos pilares fundamentales: el cuidado por el medioambiente, trabajando con ropa que la gente desecha y transformándola en otro producto para alargar el ciclo de estas fibras; y el respeto por las personas involucradas en la industria textil, creando conciencia de que en muchos casos hay mano de obra infantil y malas condiciones laborales detrás.
"Era importante para mí aportar, no solamente comercializar un producto, sino que hacer algo más. Crear conciencia, pero mostrando alternativas, porque uno puede decir 'no compre en las grandes tiendas', pero tenemos que presentar alternativas reales para que la gente pueda preferir otras cosas", afirma la joven, quien tiene su taller instalado frente al mar en Cocholgüe, donde nacen la inspiración y los productos a pedido que envía a todo Chile, y que también ofrece en el local "Hechoenconce", en galería Amanecer.
"Hago carteras, mochilas, bolsos de viaje, bandoleras, fundas para los mats de yoga, billeteras, todo tipo de bolsas ecológicas", enumera, afirmando que la recepción de la gente ha sido súper buena. "Cuando recién partí, hace dos años y medio, pasó que la gente se acercaba más por el diseño. Yo trabajé harto en la identidad de mi marca, de crear un estilo único, personal, y la gente llegaba por eso. Pero cuando se enteraban de la otra parte, que era el valor agregado, mejor todavía".
Reviviendo telas
Toda la materia prima con la que trabaja proviene de ropa desechada, la que reúne a través de campañas de recolección o la recibe de sus seguidores en redes sociales, quienes saben el destino que tendrán esas prendas en sus manos.
"De repente hago campañas especiales y, por ejemplo, entrego bolsas ecológicas a cambio de ropa, o algún descuento, voy tratando de jugar un poco para motivar a la gente. Y lo bueno es que ha habido harta aceptación, porque también les soluciono un problema: pasa que a veces uno tiene bolsas en la casa o ropa en el clóset que uno nunca se va a poner y que ocupan espacio, entonces yo me hago cargo de esas pilchitas", señala.
Su sueño es tener su propio local, pero no cualquiera, sino uno que pueda llevar a todas partes: "Me encantaría tener una tienda móvil, adaptar algún bus, o sea, le sacas los asientos y ahí armas una tremenda tienda, y con eso moverme por donde se pueda y difundir el concepto sostenible", comenta.
"Obviamente quiero comercializar -agrega-. Yo vivo de esto, así que la idea es vender, pero a la vez ir enseñando un poco, y, por qué no, hacer talleres en el mismo bus-tienda".