"Sirena dorada" fija su mirada en lo alto del deporte internacional
La nadadora de 83 años acaba de ganar 5 medallas en el Panamericano Máster de Orlando. Ahora, su meta es el Mundial de Corea del Sur.
Menos de una semana atrás, la nadadora Eliana Busch Herrera ganaba la última de sus cinco medallas en el Campeonato Panamericano Máster realizado en la ciudad estadounidense de Orlando, pero ya entrena con el mismo empuje de una novata. Se lanza y cruza la alberca semi olímpica en pocos segundos. Al llegar al otro extremo, suelta un espontáneo: "otra vuelta más", en una muestra de que el hambre de triunfo sigue allí aunque en su pecho ya casi no queda espacio para colgar más preseas internacionales y nacionales.
El 7 de septiembre cumplirá 84 años y posee la vitalidad de varios que apenas alcanzan la mitad de su edad. Aquel día, aunque sus hijos, nietos y demás familiares querrán celebrarla, adelanta que igualmente estará allí, en el agua. Su espíritu de deportista no la abandona en ningún instante: "Entrenaré, si ese es un día de trabajo común y corriente, y plata no tengo para andar celebrando, guachita. Yo soy una persona muy modesta económicamente, si yo soy de las jubiladas con 160 lucas, si no fuera porque mi hijo (Mario Fuentes Busch) me mantiene todo el vicio del deporte, yo estaría en un asilo supongo", confiesa directamente, como ha sido su carácter durante toda la vida.
Quizás, si no hubiese sido por esa misma decisión que la llevó a retomar la natación después de un alejamiento de sesenta años, Chile no tendría su sirena dorada, que arrasó en Orlando en los 800 metros libre, los 200 metros medley y los 400 metros crol, y que obtuvo plata en 200 metros pecho y bronce en 200 metros espalda. "Los deportistas tienen que ser ambiciosos, el deportista no puede ser chupado, como decimos los chilenos, porque si tú vas a competir en algo y vas a ir toda tímida, claro que te van a ganar. Si no crees en ti misma, quién va a creer en ti, guachita", dice la valdiviana que adoptó a Viña del Mar como su segunda tierra y que comenta que en su juventud fue campeona nacional de natación y equitación el mismo año (1965).
La mejor decisión
Esta campeona que, por su sorprendente destreza, está muy lejos de calzar con el clásico prototipo de mujer de la tercera edad tuvo que dejar su natal Valdivia siendo una niña, como consecuencia de la presión laboral y social que experimentó su padre descendiente alemán luego de la Primera Guerra Mundial. Así, vivió un tiempo en Santiago, donde con 13 años, incluso nadaba y competía en la categoría de adultos y se había posicionado como campeona.
Más tarde, cuando deslumbraba con su talento, a los 19 años se enamoró y se casó con un oficial de caballería. Practicó por un tiempo nado, pero a mediados de la década del sesenta, optó por la equitación. Entonces, ya vivía en Viña del Mar. Dejar Valdivia fue una acertada decisión, reflexiona ahora, porque condiciones adecuadas para la natación no existían en la ciudad sureña. "Si yo me quedaba en Valdivia habría sido una alemana gordita, haciendo queques, kuchen y toda clase de cosas. Quizás ni siquiera habría nadado, porque en ese tiempo no había piscina", relata.
Junto a su vida familiar, la equitación llenó su apetito deportivo, pero un complejo accidente ocurrido hace seis años abrió la primera puerta para el reencuentro con el nado. Cuenta que ese oscuro día, "estaba amansando un potro árabe y el caballo me botó. Me quebré el hombro y la clavícula, Que si me la ves está toda quebrada. Entonces mi hijo me dijo 'mamá, no puede ser, se va a quebrar un día y con edad…'. Ahí tuve que dejar los caballos definitivamente". Aunque suene duro decirlo, gracias a ese revés el destino, Chile tuvo a su sirena dorada de regreso.
La segunda puerta para el retorno definitivo de Eliana al agua fue cuando, motivada por su hija también nadadora y algunos dirigentes ligados a ese deporte, decidió competir el 2016 a nivel nacional. Después vinieron dos campeonatos open en España y Francia, luego un sudamericano, el mundial de Budapest del año pasado, donde obtuvo dos medallas de bronce… y suma y sigue.
Tras las cinco medallas en Orlando, Eliana ahora fija su mirada alto: el Mundial Máster de Corea del Sur 2019. Sabe que lo que queda de 2018 será intenso, pero de forma sorprendente, la energía brota a borbotones del cuerpo de esta sirena de Viña lel Mar. Dice que, si sigue viva, "porque uno a esta edad por más que se conserve bien, nunca se sabe", apuesta a tener un lugar de privilegio en Asia: "La gente va a decir ¡que señora más cachiporra!, pero ahí voy a estar dentro de las primeras tres, en el podio demás que sí".
Para irse preparando con miras a Corea del Sur, la próxima semana ya competirá nuevamente en el Campeonato de Chile de invierno, en Santiago, entre otras instancias. En la agenda a futuro también está el Sudamericano en Argentina (noviembre) y el próximo Panamericano, en dos años más en Colombia. Allí, además, buscará defender el récord que impuso hace algunos días en los 200 medley y en los 400 crol.
"Faltan piscinas"
A Eliana le apena el tremendo déficit de piscinas olímpicas que hay en el país, más aún cuando recuerda la demolición de la que existía en 8 Norte, en Viña del Mar. "Era la mejor diseñada que he visto en el mundo", asegura. Con su carácter directo, aprovecha de hacer un llamado a los privados a que apoyen al deporte, recordando que "la piscina donde competí en Orlando, la regaló un doctor, acá en Chile nadie regala nada así". Además, dejó la "pelota" del lado de uno que varias veces ha apoyado al deporte: "Yo le digo al señor Farkas (Leonardo), ¿pa' qué regaló un piano? (…) podría regalar una piscina olímpica mejor, y quedaría para toda la vida, porque se llamaría piscina Leonardo Farkas".