Donde van a morir los explosivos
En el desolado paisaje de Portezuelo, cercano a Antofagasta, el Ejército hizo estallar material bélico en desuso.
Donde quiera que uno se pare en Portezuelo, sitio ubicado a unos 40 kilómetros de Antofagasta, la vista hacia cualquier lado será la misma. Desierto. Salvo la oxidada línea férrea y las torres de alta tensión, todo son cerros, piedras y polvo. En ese lugar el Ejército hizo estallar explosivos. Un lugar sin riesgos, en medio de la nada.
En Batuco (Santiago) está el depósito del Regimiento Logístico N°2 "Arsenales de Guerra", donde van a parar todos los explosivos que no son utilizados. Si Carabineros hace algún decomiso de fuegos artificiales ilegales, terminan en Batuco. Si una minera hace un pique con explosiones y ya no le son útiles, se van a Batuco también.
"El Estado se hace cargo de su destrucción de tal manera de poner a resguardo a la población", cuenta el subsecretario de Fuerzas Armadas, Juan Galli. Una vez al año, todo lo que se junta se destruye en el desierto. En abril se eliminaron 9 toneladas y la semana pasada, se hizo una segunda destrucción en Portezuelo. En total, 17 toneladas.
En una loma, el subsecretario Galli y el director de la Dirección General de Movilización Nacional, general Jorge Morales, esperan para observar el procedimiento que ejecuta la Fábrica y Maestranza del Ejército de Chile, Famae. "Esto (se realiza) con sigilo y profesionalismo sin que ocurran daños", cuenta el general Morales.
Minutos antes, personal de Famae, muestran a la prensa parte de los explosivos que se detonarán. Desde lejos, parecen unos simples tubos de PVC. De cerca, la etiqueta pegada al tubo deja fuera cualquier tipo de dudas: "El comprador y usuario asumen todo el riesgo, responsabilidad y obligación por cualquier lesión, muerte, pérdidas o daños a personas, propiedades como resultado del uso de este dispositivo".
Mientras personal de Famae suben a un camión los tubos, el general Morales dice que 200 gramos de explosivo podrían provocar la muerte de una persona. En este caso, hay 2 toneladas.
El camión parte y se pierde en dirección al punto donde serán detonados.
Explosivos
"Es increíble lo que uno pilla", dice el teniente coronel Víctor Fuenzalida, gerente fabril de Famae, refiriéndose a los decomisos que llegan a Batuco. Lo más extraño que ha visto es una especie de bazooka de fuegos artificiales que se estaba vendiendo en la calle. "Es impresionante verlo", cuenta. En el caso de los artificios, todas las estrellitas, cuetes y petardos no se revientan en un increíble espectáculo pirotécnico, sino que se quema la pólvora. Una gigantesca llama y sería.
El comandante es experto en químicos y explosivos. Así como conoce bastante del "plasma", el material que estallará en Portezuelo, también sabe del mundo del TNT y la pólvora.
-Sáqueme de una duda de los dibujos animados ¿La nitroglicerina existe?
-Sí.
-¿Y funciona igual? ¿Uno la mueve y bum?
-Exactamente, es un elemento muy inestable.
Dice el comandante Fuenzalida que el TNT es distinto. Fácil de llevar y manipular, y si no tiene algo que le produzca calor, se puede transportar a cualquier parte. Las minas antipersonales también tienen TNT pero bajo otro mecanismo, que es el peso encima.
Fuenzalida explica lo que pasará en Portezuelo y las de seguridad: "Solamente hacemos dos destrucciones diarias que son cuatro pilas. Hacemos cuatro pilas en la mañana y cuatro en la tarde y no hay más trabajo". No se revientan las 17 toneladas de una sola vez.
Bajo una lona que refugia del sol, el capitán Sagredo, de Famae, explica que para la demostración se tiene un radio de seguridad de 300 metros, pero se estará a 1.500. "Este procedimiento está aprobado, no existe ningún inconveniente siempre y cuando nos mantengamos en la zona y mantengamos los radios de seguridad", explica. Al lado, en una mesa, están varios tubos de explosivo real.
Ka-bum
"¡Falta un minuto!", grita una de las personas de overol azul que manejan los explosivos tras una información dada por su radio. Autoridades, carabineros y militares están sobre la loma dispuesta para observar el estallido. A pesar de que hay un viento fuerte, se logra enviar un pequeño dron a la zona cero, donde hay un cráter lleno del "plasma" listo para su destrucción. "Va a sonar fuerte", advierte un carabinero.
"Esta destrucción es muy relevante. Sacamos del mercado explosivos que son peligrosos y que los destruimos frente a todo el mundo", anuncia el subsecretario Galli.
Desde Carabineros, el director de control de armas, explosivos y seguridad privada, general Diego Olate, hace un llamado a todas las personas que manipulen explosivos y que no estén en condiciones de ser utilizados, que las entreguen para la protección de las personas.
Quedan segundos y las cámaras llevan harto rato apuntando al punto indicado. En una fracción de tiempo se ve, a lo lejos, una enorme bola de fuego explotar en medio del desierto. No se oye nada, parece una película muda pero en colores. Otra bola de fuego aparece casi al instante.
La onda sonora se demora en llegar unos segundos.
¡Broooooooooooom! …. ¡Broooooooooom! El sonido hace pensar que a lo mejor habría sido una buena idea taparse los oídos, pero todo ya ha terminado. Una gran columna de humo que se empina al cielo es lo que quedó de dos toneladas de explosivos, que han sido sacados de circulación en medio del desierto, el desolado paisaje donde vienen a morir.
"El Estado se hace cargo de su destrucción de tal manera de poner a resguardo a la población"
Juan Francisco Galli,, subsecretario de las, Fuerzas Armadas."