Angélica Vásquez V.
Tenía 13 años y estaba en mi escuela con número, era feliz ahí, me iba bien en todo.... y un día estaba conversando en clases cuando me retaron y me dijeron que escribiera una composición del amor. Todos teníamos que hacerla, quedaba poco tiempo y me apuré. Y luego me llamaron de Inspectoría, diciendo que ¡había sido seleccionada para un concurso! ¡Sí, yoooo! Y estaba feliz y sorprendida, hasta que el inspector me sugirió cambiar algunas frases. Por supuesto, no me atreví a decir que no... y nunca más supe del concurso. Hoy, varios años después, como adulta, me sigo preguntando ¿por qué tenemos miedo de decir que no? ¿En cuánto ADN se registró ese terror a la desaprobación? Seguimos dudando de nuestras capacidades, seguimos tambaleando, creyendo que los demás saben mejor que nosotros qué hacer. Por eso hoy hago un llamado, como la niña que llevo dentro, a volver a bucear en lo más profundo de nuestro corazón y sentir cómo comienzan a llegar esas respuestas bañadas en amor, de esos con hartos nanais que me gustan a mí... y que nos hacen tan bien a todos. El mensaje es simple: nunca es tarde para reconocerse y amarse, siempre se está en el mejor momento y si dejamos de resistirnos, nuestro camino será mucho mejor, y bueno... ¿cómo terminaba mi composición? "Nada soy sin amor". Así la transformo en un mantra, para curarme, sanarme, y seguir. Elijo el amor para vivir y deseo que cada uno de ustedes también. Los abrazo con todo mi amor. Gracias.