Angélica Vásquez V.
Sentada en un café, revisando lo que tenía que hacer, me puse a pensar en lo dulce y suave que sería nuestra vida con pequeñas diferencias... pequeños actos que convertirían nuestra vida en algo mejor ¿Por qué no nos ayudamos? Pero en serio ¿por qué no colaboramos con algo más de magia y respeto? Somos Concepción, somos una ciudad distinta. Si dejáramos de compararnos y le echáramos mano a la abundante psicomagia mediante actos, ceremonias y simbolismos, todo sería tan distinto. Pensaba que si hubiera voluntad por ejemplo en no poner la música taaan fuerte en los patios de comida o locales para comer, se formaría un clima más acogedor, más conectado. Sé lo que dirán, es un negocio, se hace al propio para que la gente abandone luego los espacios, pero ¿y si Concepción fuera distinto? Pensaba en si nuestra mirada fuera limpia y tranquila al dirigirnos a otra persona. En el valor de pedirle a alguien que mantenga limpio un baño, sin temor a que nos odie, el que avise si no podrá ir a una terapia y que si todo eso lo hiciéramos sólo por tenernos un cariño entre todos... regalar café y dulces a quien lo necesite, partiendo por los que evidentemente están en situación de pobreza y luego con quienes nos rodean ¿Quién puede rechazar ese regalo de amor? ¿Por qué digo psicomagia? Me baso en lo que propone Jodoroswky, pero abarca toda nuestra creatividad, porque los actos de amor son actos transformadores, que elevan nuestro espíritu y nos permiten ver con los ojos del Alma. Poner una mano en la espalda de alguien abrumado, escuchar con detención, lo que nos dicen. Buscar el WhatsApp de alguien con quien no nos comuniquemos hace tiempo pero hacerle saber que todo estará bien. Baje la música y escuche su hermosa voz interior, es el momento, créame.