"Compadre Moncho" tuvo su inicio hípico en Mediocamino
El popular actor pasó sus primeros años de vida en Concepción, heredando de su padre, que era propietario de finasangres, el amor por la actividad turfística. Visita constantemente el Teletrack y los hipódromos capitalinos.
Teatro, fútbol, política... e hípica. Sí, el deportes de reyes es una de las cosas que le quitan el sueño al "Compadre Moncho", el inolvidable personaje que por tantos años Adriano Castillo encarnó en la pantalla de televisión, y que hoy "me persigue a donde quiera que voy", reconoce el actor, quien en junio cumplió "felices" 78 años, y que en 1941 nació en el Sanatorio Alemán penquista.
El amor por la actividad fustera, el "Compadre Moncho" lo tiene desde niño, siendo el Club Hípico de Concepción el lugar del flechazo, y su padre, Manuel, el principal impulsar del idilio, el más largo que ha tenido, pues ya dura casi ocho décadas.
"A comienzo de la década de 1940, mi padre, junto a un amigo español refugiado de la Guerra Civil, se habían adjudicado la construcción del Hospital Regional y la Estación de Trenes de Concepción. Con parte del dinero ganado por ambas obras, compró unos caballos que corrían en Mediocamino", recordó el también concejal de Quinta Normal, rostro publicitario, autoproclamado Presidente Encargado de la República de Chile y, desde este año, protagonista de una revista de comic.
Quien además fue la voz de Jon Bonachón en la serie "Garfield y sus Amigos", acotó que los finasangres de su progenitor corrían "con los colores del movimiento anarquista: rojo y negro. Es que esos eran sus ideales de juventud".
"Está claro que de él heredé el gusto por la hípica. Sin embargo, lo más valioso que me dejó fue un modelo de paternidad a seguir, en que la educación era lo más importante, y un sentido de la decencia propio de los caballeros del Siglo XX", destacó.
"No recuerdo mucho de mis primeros años de vida, pero de seguro papá me llevaba al Club Hípico. Él no era un hípico de apostar, de jugar dinero", aseguró, para luego agregar que "aquella época fue de bonanza económica para la familia. Como había dinero, mi padre podía tener caballos. La hípica es un deporte caro".
Al término de la primera mitad del siglo XX, la familia se trasladó a Santiago, donde la bonanza financiera dio paso a largos años de estrechez.
"En la capital, papá llegó a tener como diez caballos, pero debió venderlos para, con ese dinero, tratar de mantener con vida a mi hermano Juan, a quien entre 1948 y 1949 lo atacó una epidemia de poliomielitis y meningitis que afectó con fuerza al país, y que al que no mató lo dejó en silla de ruedas. Lo defendió durante casi dos años, incluso importando desde Estados Unidos, y gracias a un médico amigo, un antibiótico que estaba en fase de uso experimental", comentó.
"En 1950 debimos cambiarnos a un departamento de la Corvi, actual Serviu, en la Quinta Normal, donde viví hasta los 24 años de edad", agregó, para destacar así aún más que aquel tiempo fue de apremios económicos.
Por entonces, el oriundo de Concepción estudiaba la carrera de Química y Farmacia, y algunos de sus compañeros lo invitaron a "ganarme unos pesos" vendiendo boletos en el Hipódromo Chile y el Club Hípico.
"Las cartillas se hacían con papel y lápiz. Ahora, en cambio, todo es electrónico. Son otros tiempos", dijo quien en ese instante se reenganchó con fuerza con la pasión turfística, para no soltarla nunca más.
"En la universidad, empecé a apostar. Desde entonces juego todas las semanas. En esto, el que dice que gana siempre, miente asquerosamente. En esto más se pierde que se gana. Pero la raya para la suma es lo bien que se pasa", aseveró quien casi no pasa un día sin visitar un Teletrak.
"Sí, voy seguido, pero no soy un apostador extremo. Entro, hago algunas apuestas y luego sigo mi rumbo. No se me va la vida en los hipódromos", sostuvo.
Optimista del club
Como es uno de los hipódromos que sigue por Teletrak, "Monchito" está al tanto de lo que pasa en Mediocamino.
"Hubo un tiempo que pensé que iba a cerrar. Por fortuna, hace ya unos años ha aumentado su número de finasangres. Lo veo bien", opinó, y reconoció que "cuando he estado en la intercomuna, nunca he podido ir a uno de sus días de carrera, pues no coincido con ninguno. Cuando estoy en Conce es viernes o sábado, y allá se corre en martes o jueves".
"De mi padre heredé el gusto por la hípica. Él tuvo caballos en el Club Hípico de Concepción".
Adriano Castillo
"En esto más se pierde que se gana, pero la raya para la suma es lo bien que se pasa".
Adriano Castillo