Angélica Vásquez V.
Siempre le doy vueltas a algunos temas que creo pueden ser interesantes de abordar en la columna. Y en esta semana siento que han pasado tantas cosas que todo encaja para hablar del ruido... Y es que comprando algunas cositas por ahí, me produjo agrado encontrarme con tantas marcas distintas de papel higiénico. En serio, no es broma. Y comencé a recordar todo el escándalo y ruido que hubo acerca de la colusión y cómo sin darnos cuenta estamos comprando papeles suaves, aromatizados, con diseños de envoltorios bonitos y a mil pesos. Eso es genial, algo tan necesario para nuestra vida, pero que aun así lo decidía un pequeño grupito. ¿Se fijan que el ruido sirve? Así todo decanta y se va logrando el equilibrio adecuado. Imagínense entonces el ruido fuertón que permite que ya se nos haga imposible no escucharnos, cómo el que se genera cuando queremos dejar un hábito tóxico, cambiar nuestro sistema de pensamientos, derribar muros inmensos que nos llevan hacia nuevos caminos. ¡Ese sí que es ruido! Por lo tanto el resultado será evidentemente grande. Grande internamente, a veces imperceptible para el resto, lo que hace que la "experiencia", sea cuál sea, logre ser mucho más honrosa. Como lo que me relatan en terapias respecto a situaciones con las que ya no pueden más. Adelante, confíe, de eso yo sí que sé. Es tan sencillo como que si no escuchamos las señales, este universo nos reenvía la experiencia pero amplificada, ¿qué les parece? Entonces no queda otra que bucear y darle la bienvenida a ese ruido, ver qué nos trae, distinguir si son cantos de sirena, voladores de luces o lo que sea. Usted sólo tome lo que le resuene y deje que la situación decante porque lo hará. Esa es una forma bonita de vivir, perdámosle el miedo a lo que se nos quiere mostrar. Muchas cosas nos llegarán de maneras sutiles y tranquilas pero otras tantas no. Y listo ¡no pasa nada! Y así sin darse cuenta terminará dando las gracias por ese papel higiénico.