Natividad Espinoza R.
Con sólo 1,9 kilos de peso, una chihuahua aterrorizaba a quien se le cruzaba por delante cuando llegó a la clínica de la veterinaria Anita Zúñiga. Era María, estaba coja y vivió mucho tiempo afuera de una empresa como líder de una jauría.
De acuerdo a Anita, María "era salvaje, súper salvaje. Cuando llegó vivió meses en el baño de la clínica y yo entraba sola a alimentarla y era súper agresiva. Todo el mundo que la conoció en ese entonces le tiene miedo hasta ahora". Afortunadamente, con el tiempo se fue adaptando a una vida de casa y hoy es una integrante más de la familia, aunque como hay cosas que no cambian. "Sigue siendo la jefa", dice Anita.
Mucho más quitado de bulla resultó Chester (@lavidamodernadechester), un mestizo que estaba al cuidado de una fundación cuando apareció en la vida de la ingeniera María Paz Díaz era muy tímido. "Nosotros queríamos subirlo a la cama y él se bajaba y se dormía a los pies. Aunque con el tiempo se le ha ido pasando lo tímido en casa, sigue siendo súper educado. Es como si pidiera permiso", cuenta María Paz.
Pese a que Anita y María Paz tuvieron experiencias distintas, tienen algo en común: adoptaron perros cuando ya estaban crecidos y habían tenido una vida distinta. ¿Es esto recomendable? ¿Qué hay que tener en cuenta antes de adoptar un perro crecido?
El veterinario y académico de la Universidad Mayor, Marcos Vásquez, dice que hay que considerar dos ámbitos: el médico y el conductual.
"Desde el punto de vista médico sería bueno -si es posible- tener un historial del perro antes de adoptarlo. Saber si tiene vacunas, si está desparasitado, si ha utilizado productos para pulgas y garrapatas, si ha recibido alguna pastilla antiparasitaria u otro producto que elimina parásitos y si ha tenido cualquier tipo de enfermedad", explica el médico y recomienda llevarlo a un veterinario antes de su adquisición, para ver si está incubando una enfermedad o presenta un dolor.
El área conductual
"Además de lo médico es importante conocer la personalidad del perrito, el estilo de vida. Por ejemplo, si el perro es callejero y yo tengo un departamento ese perro va a tener problemas de espacio, y si es un perro de calle y tengo un jardín va a ser prófugo, se va a querer arrancar", explica Vásquez.
Destaca además que se debe tomar en cuenta la raza del animal, pues algunas son más deportistas, otras más bien tranquilas, otras dóciles, otras dominantes. Basándose en eso, hay que ver si es acorde a la vida que se le quiere dar. "Los border collies, por ejemplo, son muy deportistas, mientras los basset hounds son muy tranquilos y nunca van a ser el tipo de perro que sale a correr en la mañana", sostiene el experto.
Cuando el estilo de vida del perro es muy distinto al que se le quiere dar, o cuando se quiere que se adapte rápidamente, siempre es bueno darle estímulos positivos. También se recomienda comprarle juguetes y sacarlo a pasear mucho en las primeras dos o tres semanas. "Al mes ya deberíamos tener claridad de si se ha adaptado o no al hábitat", concluye Vásquez.