Acusan bajón de ventas en Paicaví
Locatarios del sector señalan que la situación económica actual es mala, a excepción de bares o restaurantes.
Paicaví es parte de la "zona cero" desde el 18 de octubre en adelante y sus comerciantes aseguran que desde ese momento sus ventas han bajado considerablemente y, en algunos casos, viven un miedo permanente de ser atacados.
Barricadas, bombas lacrimógenas y carros lanzaaguas obligan a los locales ubicados entre Los Carrera y San Martín a cerrar más temprano, lo que les ha generado daños económicos.
Enrique Ferrán es trabajador de un supermercado de la zona. Señaló que actualmente su situación no es crítica, pero que las ventas han bajado aproximadamente a la mitad, al menos en su local. "Me han intentado robar en tres ocasiones, pero vecinos y estudiantes han defendido el local, porque me conocen y me han comprado durante años"
Ferrán realizó la salvedad de que "vendo artículos de primera necesidad y el flujo de personas siempre es mayor, a pesar de lo que ha ocurrido".
Uno de esos casos es el de un gimnasio ubicado en Paicaví. Su administrador, Ángelo Loaiza aseguró que "el balance general es malo. Las barricadas ocurren al frente de nosotros y a la gente le da miedo venir por las bombas lacrimógenas y lo que pueda pasar después. La gente no entra y eso nos ha afectado mucho".
Loaiza contó que "somos una pyme que tratamos de potenciar al público chileno y extranjero, a estudiantes y trabajadores con un ambiente familiar, pero el contexto no lo ha permitido. La gente quiere continuar, pero no puede".
El emprendedor ejemplificó con lo ocurrido el pasado viernes. "A las 18.00 era una batalla campal. Estamos buscando alternativas con otros locales para ver la forma de solucionar esto, para dar un poco más de frescura y armonía".
Temor
Ignacia trabaja en Paicaví, en uno de los locales más afectados del sector. Señaló que "nuestras ventas han bajado en un 70 por ciento. También hemos recibido amenazas. A veces han venido de a 15 personas a decirnos 'por la buena' que les demos los neumáticos, cuando comprarlos cuesta mucho. No valen $100".
Los despidos y el desgaste para ella y el resto de trabajadores han sido factores cruciales en la actualidad de su negocio. "Mi padre es el dueño, pero ha tenido problemas de salud y ha debido despedir personal. Mi pololo es kinesiólogo, pero trabaja con nosotros para ayudarnos".
Agregó que "como no podemos cerrar del todo, a veces nos moja el carro lanzaaguas. Hemos recibido a gente para que descanse, para que tomen agua o para que usen el baño y algunos nos han ofrecido ayuda. Aún vivimos con miedo, pero tenemos que seguir trabajando para no quebrar", contó.
Otros casos
Felipe trabaja en una pizzería en Paicaví y contó que "cuando hay batallas obviamente que cerramos y tomamos las precauciones, pero en las ventas nos ha ido bien porque la gente que marcha es la que nos compra".