Alberto Fuguet: "Papelucho no fue escrito por una abuelita"
El autor de "Mala Onda" está dictando online un curso de tres sesiones donde repasa la luz y la sombra de Papelucho, el niño que nunca envejece en un país inmutable.
Alberto Fuguet escribió "Mala Onda", uno de sus libros más recordados, cuyo protagonista era Matías Vicuña, que, al igual que Papelucho, no envejeció. Y Fuguet ha reconocido varias veces que el quinceañero debe parte de su constitución a ese niño de nueve años que también es reconocido por los escolares, aunque en la educación básica: "Papelucho tiene algo emo, claramente no es un alfa, un chico fuerte, pero es reconocible y ese cuerpo es capaz de mutar hasta el día de hoy: le pones audífonos y funciona".
En Papelucho "lo que uno leyó a los ocho años claramente no cambió. Uno cambia, pero el libro no", afirma Fuguet sobre la obra de Marcela Paz en la primera clase de "Papelucho: releyendo la saga", curso dictado por Talleres de Bolsillo (talleresdebolsillo.cl).
"Lo que no tengo tan claro es si Papelucho ha rejuvenecido, si se está leyendo como debería leerse, si está conversando realmente con los otros escritores, si está hablando con nuestra literatura actual", sigue Fuguet en su cátedra.
De lo que sí tiene experiencia el escritor es que "cuando un libro se lee en el colegio es quizás lo peor que te puede pasar como autor, y Dios te pille confesado, porque colegio implica lata, 'esto no debe ser sobre la vida, debe ser para enseñarme', o 'si no lo leo esta noche me van a preguntar en qué momento a la Domitila le pasa tal cosa y voy a repetir': el problema de los colegios es que, si bien es cierto que hay algo increíble en que un libro pase a ser parte de nuestra cultura académica, me interesa más que Papelucho sea parte de la cultura pop".
A razón de esto, el también director de películas como "Invierno" y "Velódromo" pide leer al niño más reconocido de la literatura chilena "pensando en qué tengo yo de Papelucho", porque "hay algo que creo que nos puede decir como adultos: en tiempos difíciles como los que estamos viviendo ahora, Papelucho tiene algo de confort: te recuerda una época que uno considera más bonita, más infantil, más inocente, pero por otro lado uno se topa con que en ese mundo más inocente hay mucha oscuridad, trizaduras, cosas raras, que quizás nunca nos habíamos dado cuenta. (…) Léanlo como si fuera una novela".
Con voz de hombre
Sostiene Fuguet con cinco adjetivos al hilo: "Es loco, extraño, increíble, bizarro, alucinante, que una de las grandes voces masculinas chilenas fuera escrita por una chica, algo muy difícil de lograr. (…) Aquí nunca nadie ha cuestionado que Marcela Paz haya sido una mujer y haya escrito la voz de un hombre, de un niño". Ella fue una señorita que en realidad se llamó Ester Huneeus, y que nació a principios del siglo XX y vivió y sobrevivió a "lo que implica ser de una familia de la élite chilena", que no la mandó al colegio, sino que la educó mediante institutrices que le enseñaron inglés y francés antes que español.
Huneeus antes de ser Marcela Paz "era una cuica, pero tan cuica, que la gente que hoy alega sobre los privilegiados debería ir a lavarse la boca con jabón. Aquí estamos hablando de alguien que era parte de, literalmente, los dueños del país. Era una época en que las mujeres tenían que casarse, rezar y ojalá bordar. En el momento en que Marcela Paz hizo algo distinto, se convirtió en una trasgresora. Su historia no fue tan rocanrolera, tan de novela, no da para hacer una película en Netflix. Tuvo una vida bastante tranquila, aunque mentalmente no creo", siguió Fuguet.
"Papelucho no fue escrito por una abuelita, fue escrito por una mujer", sostiene con aplomo, motivando a sus alumnos a buscar fotos de la escritora cuando era joven. Aparece con la moda de su época, no como el retrato "oficial" con arrugas y anteojos.
"Se casó, para su época, muy, muy tarde, rozando los 30 y tantos. En ese tiempo una mujer que no se casaba a los 20 ya estaba con problemas. A mí me fascina saber qué pasaba por la mente de Marcela Paz, quien también tenía, como en toda familia, dramas, mitos y cosas calladas, en esa época todo se callaba y Papelucho es alguien que cuenta todo a todo el mundo", añade.
"Papelucho también se puede leer como alguien que promociona los diarios de vida, que quiere que la gente se exprese. Esto es pre-Internet, pre-Instagram. Si tienes un diario, o si ni siquiera lo tienes, pero eres capaz de contar tu historia, vas a poder calmarte y explicarte, aunque ni tengas lectores: Papelucho parte de la premisa de que es un diario que no lo lee nadie. Papelucho en esencia es un perdedor", dice el también autor de "Por favor, rebobinar".
Y Fuguet finaliza su exposición así: "Siento que es todo un mismo libro, el personaje no envejece y está ambientado en un tiempo que Marcela Paz manejó muy bien, porque si bien van apareciendo algunos adelantos tecnológicos y algunas cosas van mutando, la verdad es que no cambia tanto ¿será así Chile? ¿Con la tele, con Internet, no cambia nada tanto?".