El incierto escenario de la confección de uniformes
Reinventarse ha sido la tónica de emprendedoras en los últimos meses ante el escaso pedido de uniformes.
Hace un año (y como todos los veranos), las aglomeraciones entre enero y febrero -y también parte de marzo- no solo estaban en los balnearios del Gran Concepción. Una parte pasaba las calurosas jornadas buscando el uniforme escolar perfecto. Entre faldas, pantalones, blusas y camisas, las familias completas aportaban a los negocios de mujeres que, por décadas, se han enfocado en vestir a los alumnos de los diferentes establecimientos de la zona.
Hoy, ante la incertidumbre que la pandemia genera en un posible regreso a clases y también el proyecto que busca que el uniforme no sea obligatorio, las emprendedoras ven un futuro complejo, diversificando sus negocios para poder mantenerse.
A la espera
A los cuatro años, Myrna Morales ya sabía tejer a mano como su mamá. A los 12, ya cosía en la máquina y, desde ahí a la fecha, no ha parado de fabricar uniformes escolares, siendo esta la primera vez que el rubro se ve incierto. "Sigo con la confección, porque hay que entretenerse en algo o sino una se aburre", señala.
"El año pasado alcancé a vender mis uniformes. Este 2021, algunas personas han llamado para preguntar, pero confío en Dios en que todo mejorará. Mientras haya para comer y salud, estoy todo bien", dice la emprendedora, quien indica que "esta época es la más fuerte, pero si no entran a clases, habrá que ver qué se hará".
Myrna Morales se enfoca en establecimientos de Penco y también Concepción. Recuerda que "en esta época una ya tenía harto vendido, pero ahora nada, solo cotizaciones", dice, añadiendo que "sé que todo el año es malo, pero entre febrero y marzo uno tiene más contacto con la gente y recupera lo no trabajado. Hay todavía esperanzas que cambie, confiando en Dios no más".
Diversificar
Hace 28 años que María da Paixao se instaló en Concepción proveniente de Brasil. Desde su llegada, la brasileña se ha dedicado a la confección de uniformes para estudiantes. Una actividad que este 2021 la ve diferente y en medio de una reinvención con su familia.
Desde su local ubicado en Los Castaños 140, en Chiguayante, la emprendedora relata que "estamos limpiando alfombras, mi hijo limpia autos, puliéndolos, porque hizo un curso intensivo. También estamos vendiendo cobertores, haciendo desayunos. Estamos vendiendo hasta plantas, de todo".
De momento, señala que existen muy pocos pedidos de uniformes, una realidad que, siente, no cambiará con el pasar de las semanas previas a la entrada a clases. "Nosotros no estamos ilusionados con que vamos a vender uniformes escolares como los otros años. Anteriormente, para esta época, teníamos mucho trabajo. Este año, en cambio, no he confeccionado, no compré ningún material, voy a vender lo que tengo, porque no podemos arriesgarnos. Si uno invierte, no sabes qué va a pasar, puede que te quede todo. Ahora tengo la bodega llena de mercadería del año pasado", cuenta. En Facebook e Instagram, Confecciones Paixao, se puede contactar a la emprendedora que realiza uniformes de Chiguayante.
Es ese mismo material el que ofrece a quienes buscan, por si acaso, las prendas escolares. También tiene tela por si alguien requiere algo que no tiene. "Vamos a tener la deferencia, porque si alguien pide una casaca, hay que pedir el 100% para garantizar que la persona vendrá a buscarla. No podemos arriesgarnos", explica.
Recambio
Más de 20 años ligado al rubro de la confección lleva María Teresa Espinoza, quien tiene dos locales de elaboración de uniformes: uno en Villa Acero (Confecciones Villa Acero) y otro en San Pedro de la Paz (Confecciones María Teresa). Este último, está cerrado, mientras que el ubicado en Hualpén lo tuvo que reinventar.
"Estamos vendiendo telas, estamos bordando. Pero el tema escolar nos tiene complicados. Tengo el stock que nos sobró del año pasado. No se dieron las condiciones para hacer confecciones nuevas", señala.
Agrega que "como tenemos mucha inversión en lo que es uniformes, que ya tenemos hecho, porque el año pasado igual trabajamos pensando que íbamos a continuar y no lo hicimos, confeccionamos hasta agosto. En el local de Hualpén compré máquinas bordadoras industriales y en eso estamos. También hice una cordonería, vendiendo todo lo que yo tenía para la confección. Telas también. En eso hemos tenido ventas".
Para ella, en años anteriores les iba muy bien, pero hoy "nos ha afectado bastante el tema, porque uno tiene deudas, llegas a fin de mes y no alcanzaste a pagar los gastos. Tuve que despedir a mucha gente. Es una crisis que nunca habíamos visto y ni siquiera sabemos cuándo termina, mientras no se vacunen los niños, no lo sabemos. Además, que el uniforme no sea obligatorio nos complica. Nos vemos afectados porque nos dedicamos 100% al tema escolar. Por cada local entraban 2 mil familias, pero ahora con esta situación no. Tendremos que tomar otras medidas para la atención".
A las mascarillas
De uniformes escolares a mascarillas tuvo que dar el giro la fábrica Saba en Concepción.
"Nos reinventamos con el tema de la mascarillas. Sacamos una mascarilla antifluido, antibacterial, con partículas de ion plata. Nos ha ido muy bien, porque nuestro producto no es el común del que vende la gente. Siempre nos preocupamos de que nuestra mascarilla salga con las propiedades con las que están diseñadas. Son tres capas, protege toda la boca, no se cae cuando se habla, se mantiene con bandas elásticas. Cada vez la perfeccionamos más", relata la jefa de ventas, Alicia Riffo, de la empresa local que tiene más de 100 trabajadores.
Bajo ese escenario, dice, "este año ya no venderemos uniformes. Está muy incierto, además se ha dicho que posiblemente no sea obligación usarlo. Asimismo, creo que de por sí, la gente, como está todo indeciso, si va haber no retorno a clases, no va a querer gastar en uniformes. Nosotros no somos como las grandes tiendas, que trabajan a consignación, que lo que no vendieron se devuelve. Nosotros confeccionamos para estar abastecidos todo un año. Toda esa mercadería está detenida".
Además, es probable que liquiden los uniformes que quedan en bodega. "Si resulta lo de la ropa de color para el colegio, quizás quede para siempre. No lo sabemos... no sabemos cómo se viene más adelante el panorama".
"En esta época una ya tenía harto vendido, pero ahora nada, solo cotizaciones.
Myrna Morales,, confección de uniformes
28 años en el rubro de la confección de uniformes escolares lleva María da Paixao.
2 mil familias por cada uno de sus dos locales recibía María Teresa Espinoza antes del covid.