Mario Vera Sepúlveda
El 2019 Gabriela Zurita dijo basta, ya cumplí y es momento de descansar, tomando así la decisión de abandonar su trabajo como técnico paramédico que por casi 40 años desempeñó tanto en el Hospital Regional (7 años), como en el consultorio de Lirquén.
"Llegue el '89 y ahí estuve 21 años, hasta el 2010 en vacunatorio y control sano. Después me cambié a medico quirúrgico y ahí me jubilé", cuenta.
Afirma que ahí vivió de "todo un poco, no como ahora que está toda más organizado", es por lo mismo que las anécdotas no le faltaron. Dijo eso sí, que esa época la considera como su mejor experiencia laboral, destacando la complicidad que logró con la enfermera con la que hacía dupla.
Sobre la labor misma, asegura que "era la que tenía que poner las vacunas a los niños del plan de vacunación y los niños que se tenían que vacunar en las escuelas, y las mamás me decían que los niños no lloraban tanto cuando les tocaba conmigo, porque notaban la diferencia cuando salía de vacaciones y a ellos les tocaba el control con otras compañeras y como ellos reaccionaban".
Dice que hacía con mucho amor y cariño su trabajo, poniendo ese factor como uno de las explicaciones para su "mano de seda". Agrega que también el conocimiento y cercanía que podía alcanzar con los menores es otra de las razones posibles para entender la suavidad con la que vacunaba a los niños y niñas de Penco.
"Conocía a niños desde los dos meses, hasta cuando se vacunaban en octavo básico, así que ese conocimiento, pienso, que igual influye".
Volver en emergencia
Gabriela Zurita señala que está próxima a cumplir los 63 años, no obstante y pese a dejar su profesión de Tens en 2019, dice que sintió el llamado de la vocación y es por ello que atendió el llamado de una colega, quien le comentó de la necesidad de profesionales con experiencia en vacunación para ser parte del plan nacional de inoculación contra el Covid-19.
"Una compañera del Cesfam me llamó ayer (martes), porque le habían pedido que recomiende a una persona con experiencia en planes de vacunación y como ya había tenido el deseo de participar de la campaña me sumé. Ya tenía la intención de ir a preguntar si necesitaban de mis servicios desinteresadamente, pero como me llamó mi amiga tipo 10 de la noche, le dije ya poh, y preparé mi uniforme, le dije a mi esposo y mi hija y me presenté para participar de la campaña", explica la trabajadora.
Agrega que esto le llegó "caído del cielo, donde de un momento a otro me llamaron y mejor que sea en Lirquén donde obtuve todos mis conocimientos laborales".
Sobre el ambiente que se encontró en su retorno, Gabriela afirma que estaba todo muy bien organizado, lo que le da tranquilidad para poder enfrentar de la mejor forma posible este desafío laboral, el cual se extenderá en primera instancia por dos meses.
"Vi todo bien preparado en el Cesfam de Lirquén, con todos los protocolos necesarios para poder atender a los pacientes", relata, añadiendo que "fue como revivir de golpe toda mi vida laboral", ya que en el último año y medio ha pasado prácticamente en su hogar, cuidándose del coronavirus, el cual desde ayer combate inoculando a los habitantes de Penco y Lirquén.
Finalmente, indica que pese a lo positivo que es el comienzo del proceso de vacunación, la población no debe descuidarse, ya que los contagios se mantienen en una tasa muy alta en la zona. Recordó además que la vacunación no significa que una persona no pueda volver a enfermarse.
21 años trabajó Gabriela Zurita en vacunatorio y control sano en el Cesfam de Lirquén.
2019 es el año en el que se había jubilado. Retornó tras un llamado de una colega.