El derecho y deber de votar
Parte de la sociedad ha perdido el sentido del bien común y muchas veces parece ser más importante el interés particular, razón por la que hemos observado desde hace ya un tiempo un exacerbado individualismo, lo que explica innumerables hechos como la falta de caridad y solidaridad, disminución de la empatía, aumento de delincuencia e incluso la falta de compromiso con el deber cívico.
Respecto de este último punto, las elecciones recientes han llamado la atención por la baja participación. Este domingo presenciamos una de las votaciones más críticas desde esta perspectiva, ya que sólo un 19,62% del padrón electoral ejerció su derecho y cumplió con su deber cívico para elegir a los gobernadores regionales.
Si perdemos el interés por el bien común, nos convertimos en una sociedad a la que deja de importarle lo público y la vida cívica. Y la respuesta que surge, de tanto en tanto, es establecer el voto obligatorio, proyecto que se discute y que podría estar aprobado para las elecciones presidenciales de noviembre de este año.
La iniciativa establece que todos los ciudadanos estarán sujetos a esta imposición, salvo los mayores de 75 años y las personas en situación de discapacidad o dependencia, ciudadanos con residencia en el extranjero y ciudadanos extranjeros avecindados en Chile habilitados para votar.
Lo ideal sería que las personas tuviesen interés en la vida pública, que se informaran sobre las elecciones, candidatos, propuestas y proyectos, para así ejercer su derecho a votar sin que sea una obligación. Lamentablemente, como aquello no sucede, el único camino es recurrir a la obligatoriedad para que la ciudadanía asuma la relevancia de ejercer su derecho a votar, un derecho que también -no olvidemos- es un deber.