Murió Karadima: víctimas dicen que en el clero los encubrimientos persisten
Exsacerdote condenado por abusos sexuales y de conciencia falleció de bronconeumonia, insuficiencia renal y diabetes.
Leo Riquelme
A los 90 años de edad murió Fernando Karadima, expárroco de El Bosque que fue expulsado del sacerdocio tras una investigación clerical que confirmó que abusó de jóvenes feligreses al menos entre los años '70 y '80. Tres de ellos sostuvieron ayer que se encuentran "en paz", pero agregaron que aún muchas víctima de los delitos cometidos por sacerdotes no tienen justicia en el país.
"Todo lo que teníamos que decir de Karadima está dicho. Él era un eslabón más en esta cultura de perversión y encubrimiento en la iglesia", dijeron a través de un comunicado James Hamilton, Juan Carlos Cruz y José Andrés Murillo.
"Nosotros estamos en paz y sólo nos mueve seguir luchando para que estos crímenes no vuelvan a pasar y por tantas personas que lo han vivido y aún no tienen justicia", agregaron.
Según CNN Chile, Karadima falleció afectado por una bronconeumonia, insuficiencia renal, diabetes e hipertensión arterial. Aunque su deceso ocurrió a las 21.20 horas del domingo, sólo se confirmó en la mañana de ayer.
Sus delitos no fueron juzgados por la justicia penal debido a que sus ataques sexuales se encontraban prescritos. Sus denunciantes siempre han acusado que sus crímenes fueron encubiertos por la jerarquía de la iglesia católica chilena, que promovió a varios de sus seguidores a la cúpula del clero nacional.
"Espero que nadie tenga que sufrir abuso ni la colusión de poderes que bloquean la voz de las víctimas", tuiteó ayer Murillo.
En 2011 el Vaticano sentenció por abuso sexual y de conciencia al pederasta, le ordenó guardar una "vida de retiro en oración y penitencia", le prohibió el ejercicio público de cualquier acto religioso a perpetuidad y sólo en 2018 lo expulsó del sacerdocio.
Una de sus víctimas, el exsacerdote Eugenio de la Fuente, recordó en radio Cooperativa que éste nunca se mostró arrepentido.
"El caso ayudó a que explotara, a descubrir que no era un asunto sólo de Karadima, que es una cosa muy extendida en Chile, en el mundo", dijo, reconociendo que pese a los avances, "muchas veces, cuando se centra en instancias superiores (...) se mantiene la cultura del encubrimiento, que es muy profunda y se choca con dificultades jurídica y de indiferencia", dijo.
En un comunicado, el arzobispado de Santiago afirmó que acompaña "de cerca a las víctimas" y le pide a Dios "que pueda sanar el dolor causado a todos quienes han sufrido".