Cepa País del Biobío recorre el mundo en vinos penquistas
Vinos del enólogo Roberto Henríquez destacan por la autenticidad e identidad regional, hoy presentes en cuatro continentes para el paladar de los más exigentes.
Casi se podría decir que el vino corre por sus venas. Su pasión y el amor por el mundo vitícola lo ha tenido siempre el penquista Roberto Henríquez, desde aquellos años en que siendo un niño disfrutaba en la viña de su tío, Enrique Ascencio, en el Valle del Itata. En dicho lugar descubrió la conexión con el mundo campesino, las tradiciones y la cultura vitícola, experiencia que marcó su vida y lo llevó a cumplir el sueño de elaborar su propio vino.
Así comenzó el viaje al mundo vitícola de este ingeniero agrónomo y enólogo, quien hace 5 años cumplió su anhelo, dando vida a lo que el mismo cataloga como "un perfume", vinos que representan la elaboración auténtica, identidad de un territorio y cuya protagonista es la cepa País, considerada la más antigua en Chile y de América.
Pureza y vino
Es precisamente la autenticidad y su elaboración de origen lo que marca el sello diferenciador de sus vinos, de aquellos tintos variedad País; así como los Moscatel de Alejandría, Semillón, y Chasselás, más conocido como Corinto, en el caso de los blancos.
"Nuestros vinos tienen la particularidad de que son elaborados en origen, cuyas cepas provienen de viñas que no se riegan, viñas plantadas hace muchos años, viñas antiguas de más de cien años, doscientos incluso algunas, similar a la viticultura que se desarrolla en Europa, lo que tiene un alto valor desde el punto de vista del origen de los vinos", resalta el enólogo de 36 años, aludiendo a variedades como Rivera del Notro, Santa Cruz de Coya, Molino del Ciego, Tierra de Pumas, País Franco, todos bajo su nombre, Roberto Henríquez, como pequeño productor en el Biobío.
"En Coelemu, Guariligue, Rafael, vinos de la costa del Valle del Itata, con una influencia marina, viñas viejas cercas al mar. Los vinos blancos salen de ahí. Y los tintos tienen su origen en la ribera sur del Biobío; Santa Juana, Nacimiento, ahí elaboro con la cepa País, con viñedos de distinta variedad de suelo, los viñedos más antiguos que hay en Chile, lo cual permite elaborar variedad de etiquetas y vinos. Con ello, lo que muestro es la diversidad de los viñedos viejos de País", detalla.
Henríquez recalca el sello diferenciador de sus vinos, en relación a otros productos que nacen en otras zonas de Chile.
"A diferencia de viñas de otras regiones, con riegos tecnificados, las nuestras son viñas rústicas, de variedades no tan populares y que no se riegan. Y junto a ello, la agricultura que se maneja para ello es lo más pura posible, de bajo impacto agrícola o medioambiental, ya que no tenemos que hacer obras de riego, y la agricultura es bien simplista, muy amigable con el medioambiente", expresa el viticultor, quien ha hecho de su vida un mundo entre viñas y cepas, pues luego de trabajar en las viñas más importantes de Chile, viaja al extranjero para especializarse en la elaboración del vino en países como Canadá, Francia y Sudáfrica.
A los 29 años regresa al Bíobio y se conecta con sus raíces, en un proceso de profundo aprendizaje donde aprende a hacer vino pipeño con los campesinos de su tierra.
Otro punto diferenciador de sus productos, expresa Henríquez, ocurre en el bodegaje y fermentación. "En la bodega hacemos fermentaciones espontáneas, respetamos la fruta que viene de la viña, que no se somete a procesos industriales, entonces son vinos que vienen puros desde la viña, desde la bodega. Es una elaboración muy pura, natural, auténtica, entonces el resultado es hacer vinos únicos, que son muy reconocidos por su origen, algo muy penquista, muy del Biobío, lo que es reconocido en distintos países, somos pequeños en la zona, es un camino muy lento, pero se está reconociendo el sello que tenemos", reitera.
Del biobío al mundo
Toda esa pureza, ese origen auténtico y natural, ha sido gozo no sólo en Chile, sino en los paladares más exigentes del mundo, pues más del 90% de su producción es exportada, tanto a Estados Unidos como a países de cuatro continentes.
"Tenemos más de veinte importadores, el 90% de nuestros vinos se va al extranjero, a Estados Unidos, y en Europa a países como Francia, Suecia y Alemania principalmente", detalla Henríquez. Montreal, Quebec, Sao Paulo, Paris, Londres, Dublín, Barcelona, Amsterdam, Estocolmo, Copenhague, Brujas, Síd-ney y Seúl, también saben del sabor País que nace en el Biobío, gracias al trabajo de este verdadero apasionado productor vitícola.
Y no se queda ahí, pues ya trabaja a la par para seguir extendiendo su sello. "Estamos trabajando en la elaboración de sidra espumante de manzana, labor que realizo con estudiantes de agronomía, llevamos adelante una empresa, generamos investigación también, ellos hacen sus tesis de pregrado. Agrícola Sin Patrones es una especie de escuela, con la cual también queremos llegar a otras partes del mundo, mostrando este sello y de origen del Biobío", finaliza Henríquez.
"Es una elaboración muy pura, natural, auténtica, el resultado es hacer vinos únicos".
Roberto Henríquez,, enólogo y viticultor