Se conocieron los resultados de la encuesta de expectativas económicas del Banco Central, que consideran importantes ajustes en materia de crecimiento e inflación. Esto dará espacio para que el BC, con las herramientas que la ley le otorga, evite el sobrecalentamiento de la economía que ya vimos en 2021.
Así, se espera que, en la próxima reunión, el instituto emisor eleve la Tasa de Política Monetaria de 4,00 a 5 o 5,125, subiendo nuevamente 100 o 125 puntos la tasa. En el mediano plazo, se ubicará posiblemente en torno al 6,5% dependiendo de la situación inflacionaria del país. Una medida técnica que tiene impacto en las personas y empresas, pues nuevamente en un cortísimo plazo tendremos un aumento en el costo de los créditos, lo que genera tanto reevaluación de proyectos de inversión, para quienes consideraron ir apalancados, como un mayor costo de los créditos de consumo e hipotecarios.
La medida se explica por la necesidad de frenar el consumo y, de este modo, evitar presiones inflacionarias considerando el mandato que tiene el BC de mantener la inflación en torno al 3%. Un objetivo que vemos alejarse si tomamos en cuenta la inflación de 7,2% del año 2021 y las proyecciones para este año 2022, que debiesen estar en rangos similares e incluso sobre la cifra que proyecta el instituto emisor debido a factores políticos internos y factores de logística y comercio a nivel mundial.
En ese contexto, las expectativas de crecimiento económico no son muy alentadoras para este año y el próximo, dado que se mantiene la crisis sanitaria, además de dificultades en el comercio mundial a causa de la misma situación y pérdidas de productividad y producción en las grandes potencias. Asimismo, a nivel local, tendremos un buen precio del cobre, pero con un alto precio del petróleo que, dada nuestra necesidad de importación de combustibles, nos golpeará fuertemente, así como también una base de comparación muy alta que nos dejó el 2021. Todo eso hará que las perspectivas de crecimiento estén en torno al 1,8 a 2 % para este año y un poco menor para el 2023, considerando fundamentalmente la disminución de la inversión privada.
En este preocupante escenario, al menos tuvimos una baja en el desempleo en el último trimestre móvil gracias al mejor desempeño de sectores como el comercio y la construcción, además de la estacionalidad. El matiz es que aumentó la tasa de ocupación informal, que debe prender una luz de alerta, pues se trata de empleos de menor calidad y sin la protección que los trabajadores requieren.
Columna
Luis Felipe Slier Muñoz, Director de Ingeniería Comercial, Universidad San Sebastián