EFE/M. Sánchez Gómez
A Carlos Alcaraz se lo tiene que llevar un empleado de seguridad para que atienda sus compromisos ante la prensa. El español no para de atender a niños que le piden autógrafos o una foto. Entre gritos de "¡Grande, Charly!" y "¡Eres el mejor!", consigue llegar a la sala de prensa, escoltado por el trofeo de ganador de Queen's, ese en el que figuran leyendas como Rod Laver, Roy Emerson y Rafael Nadal, y desde el domingo, también él.
Sus ojos pasan de perseguir la bola de Alex de Miñaur en la pista a leer los nombres de los campeones, esculpidos en la plata del trofeo. Pronto saltan las comparaciones con el 'Big Three', el número uno, el favoritismo en Wimbledon y la figura de Novak Djokovic. Alcaraz, en una charla con agencia EFE, responde a todas ellas con la tranquilidad del que desde este lunes vuelve a ser el mejor tenista del mundo.
-¿Le podemos considerar ya un especialista en hierba?
-La verdad es que ha sido una gran semana. Me he sorprendido a mí mismo. No me esperaba este resultado. Venía aquí para coger experiencia, tener horas en pista, poder entrenar con los mejores y la verdad es que ganar el título es algo que ni me planteaba. Estoy muy contento de esta semana, pero sobre todo, más que levantar el trofeo, es verme preparado para hacer un buen resultado en Wimbledon, verme a un gran nivel, con muchísima confianza. Ahora vamos a intentar cumplir nuestro sueño, que es ganar Wimbledon.
-A Federer le costó cuatro años ganar su primer título en hierba, a Nadal, cinco, a Djokovic, seis. A usted, dos años. ¿Qué le dice esto?
-Es increíble. Es verdad que antiguamente era un poco más complicado. Había más sacadores, la hierba era diferente, mucho más rápida, pero tampoco voy a quitarme mérito. Estoy muy contento de en un periodo tan corto poder jugar tan bien en hierba. Poder ganar Queen's para mí es increíble.
-Ahora vuelve al número uno del mundo, ¿cambia mucho la perspectiva para Wimbledon?
-La confianza se eleva. Ahora mismo tengo mucha más confianza que quizás al principio de semana. Es increíble poder llegar a Wimbledon como cabeza de serie número uno, pero a nivel de oportunidad de ganar, ser número uno o número dos, no cambia mucho.
-Hace cuatro años se entrenaba con Federer en Wimbledon, como una promesa de 16 años. ¿Qué le diría ahora a ese chaval que iba a pelotear con uno de los más grandes y que va a ir a Wimbledon como primer cabeza de serie?
-Es brutal, ¿no? A ese chico, que entraba a una pista de entrenamiento, con toda la gente pendiente a Federer... Y ahora mismo tenerlo yo, en cada pista a la que voy que la gente quiere verme. A ese chico le diría que tenga paciencia, que siga con la misma ilusión que tenía en ese momento y que todos los sueños se cumplen.
-La gente le aclama, le alaba, le quiere mucho. ¿Cómo se mantiene la cabeza fría, como no se pierde el rumbo en esas situaciones, siendo tan joven?
-Gracias a mi equipo y a mi familia. Tenemos un círculo muy cerrado. Pasar tiempo con ello te ayuda a despejarte de todo lo que pasa alrededor mío, todo el público, las estadísticas, el ránking... Todo lo que viene y conlleva ser número uno o lo que estoy consiguiendo. Estar con mi gente me ayuda a aislarme un poquito. Cuando estoy en el torneo para mí es maravilloso estar con el público, con la gente que me anima, que está detrás de mí. Siempre he dicho que es súper importante tener al público detrás tuyo. Lo mínimo que puedo hacer es dedicarle tiempo, firmar autógrafos, hacerme fotos... Sé que a ellos les hace mucha ilusión, igual que yo una vez fui niño, tuve ídolos y me hubiera encantado tener ese ratito con ellos.