Así eran las fichas con las que se pagaba en las antiguas pulperías
Menos conocidas que las salitreras, estas fichas circularon durante la construcción del puerto de San Antonio y hoy son muy apetecidas por los coleccionistas.
Guillermo Ávila Nieves
Para algunos, pueden ser solo un montón de monedas o recuerdos añejos. Pero para otros, aquellos que valoran los objetos desde la observación, son un canto a la prolijidad y permanencia. En el tiempo y la historia.
Allí radica la importancia de la reciente colección de cada una de estas fichas de pulpería reunidas por el sanantonino Carlos Armijo, quien en su colección personal cuenta con 1.200 fichas (entre mineras, salitreras, lecheras, de hacienda, balleneras, madereras, termas y club social) y que permitió al historiador y naturalista, José Luis Brito Montero, conocerlas y fotografiarlas.
Brito comenta que mientras se comenzó a construir el puerto de San Antonio ("entre 1910, pese a que oficialmente las obras empezaron el 5 de mayo de 1912, con la puesta de la primera piedra del Presidente Ramón Barros Luco", acota), los trabajadores "recibían fichas pagaderas, ya fuera en posta, puchero, lomo y grasa".
Según el historiador, estas fichas son interesantes para los coleccionistas pues, "a diferencia de otras más comunes como las de las salitreras, estas son mucho más escasas y difíciles de encontrar: sobre todo porque ya no existen y solo se usaron en el puerto de San Antonio".
El coleccionista Carlos Armijo apunta que "donde más se masificaron fueron en las salitreras: eran utilizadas para pagar parte del salario, siendo canjeables en las pulperías".
De hecho, aunque también se usaron por ejemplo como sistema de pago en las mineras en Lota, las más conocidas de este tipo de fichas son las salitreras: se utilizaron para el pago de los trabajadores en industrias abocadas a la obtención del salitre en esa época de esplendor minero. Esto en los campamentos extractivos de las oficinas salitreras del Norte Grande, y en zonas de Bolivia y Perú que pasaron a poder de Chile tras la Guerra del Pacífico.
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Las primeras fichas chilenas se utilizaron hacia 1850, y estuvieron en uso hasta mediados de la década de 1920. Con ellas, los trabajadores podían obtener suministros en las pulperías, que eran las tiendas de productos multivariados de cada empresa.
Con esas fichas los jornaleros debían presentarse al día siguiente en la administración. ¿Objetivo? Que se les anotara en la libreta las carretadas o la jornada laboral, si trabajaban a sueldo, y para recibir una cierta cantidad en fichas, el "suple" o "diario", para compras en la pulpería. Estas operaciones contables solía llevarlas a cabo un familiar, esposa o hijos y, en los obreros solteros o alguien de la empresa, en unas libretas donde recibían su salario y se registraba la entrega de fichas.
En forma de fichas
Las fichas-salario fueron realizadas en diferentes materiales: ebonita o caucho vulcanizado, las más utilizadas. Su fabricación data en Chile desde 1880. Si echamos mano a la historia, un lugar clave en esa elaboración fue la incendiada Imprenta y Litografía Universo, que se ubicaba en Valparaíso.
Ya para 1924, se promulgó en el Código del Trabajo, un hecho que cerró cortina a este modelo de remuneración: se estableció que el pago de salarios se haría sólo con dinero real. Esto, sumado al nacimiento del Banco Central de Chile en 1925, y que comenzó a emitir el dinero oficial en el país, fue borrando del paisaje a estas "monedas de pago".
No fue sino hasta 1930, que esta práctica de "sueldo" con fichas fue limitándose a lugares de difícil acceso y registro, como las empresas madereras del sur. Esto, en parte, al no haber contratos, el empleador anclaba a los trabajadores a la pulpería controlada por la empresa y así las fichas no podían convertirse en dinero verdadero. "Era una forma de no pagarles en dinero y tenerlos fijos en la empresa. Aún no existían los sindicatos", recalca Brito.
Se cree que Chile es uno de los países donde más pudieron circular en variedad y cantidad. Solo del tipo de las salitreras, José Luis Brito dice que se conocen "más de dos mil variedades de estas fichas". Y agrega: "Las formas más comunes eran las circulares, como una moneda, aunque hubo cuadradas y rectangulares, pero de menor uso. Los materiales más utilizados eran el caucho, latón, cobre, aluminio, cartón y plástico".
El historiador explica que muchas fichas "se fabricaban utilizando un martillo acuñador: de un golpe sobre una plancha del material metálico, se hacían de tipo plástico, como la vulcanita y la ebonita, que quizás se cortaban utilizando calor".