Presencia de microplástico en el cuerpo llega a niveles increíbles
Estudio estimó que cada semana acaban penetrando en el organismo, a través de lo que se ingiere o el aire que se respira, el equivalente a una tarjeta de crédito.
Agencia EFE
No se ven a simple vista pero están en todas partes, desde el agua que bebemos al aire que respiramos. Los científicos han constatado la presencia de plásticos microscópicos en prácticamente todos los rincones del cuerpo humano, incluido el cerebro. Esto es lo que se sabe hasta ahora de su impacto.
El plástico se descompone lentamente en partículas que acaban diseminadas en todas partes. De hecho, se han hallado desde la cumbre del Everest hasta 10 kilómetros bajo la superficie marina.
Los investigadores los denominan microplásticos cuando su diámetro es inferior a 5 mm y nanoplásticos cuando es menor de 0,001 mm. El cuerpo humano se está convirtiendo en un "depósito" de estas micropartículas de plástico que por su tamaño poseen una gran capacidad de invadir órganos y tejidos.
Un estudio de la universidad australiana de Newcastle estimó que cada semana acaban penetrando en el cuerpo, a través de lo que ingerimos o el aire que respiramos, una media de 5 gramos de plástico, el equivalente a una tarjeta de crédito. Su presencia se ha constatado en la placenta, la leche materna, el pulmón, el hígado, el bazo, los riñones, la sangre o el cerebro.
Extraer, caracterizar y cuantificar los micro y nanoplásticos en el cuerpo y conocer su impacto constituye un reto de una complejidad mayúscula que apenas comienza a explorar la ciencia.
"A nivel de investigación estamos prácticamente ante un lienzo en blanco", subrayó en una entrevista con EFE la neurocientífica de la Universidad de Rhode Island Jamie Ross, considerada una de las pioneras en ofrecer luz sobre el impacto de los microplásticos en el cerebro de los ratones.
Hallazgos
En múltiples experimentos con ratones, en los que les hizo beber agua con microplásticos que contenían unos marcadores, Ross y su equipo descubrieron que estas partículas traspasan la barrera hematoencefática del cerebro, produciendo una inflación similar a la de las demencias, y manifiestan alteraciones similares a quienes las padecen.
Otra investigación australiana comprobó que los más pequeños nanoplásticos cruzan esta barrera biológica apenas dos horas después de haber sido ingeridos.
"Haber comprobado que los microplásticos pasan la barrera hematoencefálica es un hecho muy relevante, pues hablamos de una barrera de permeabilidad altamente selectiva y regulada para proteger nuestro cerebro, que solo deja pasar lo que el cerebro necesita", explicó el investigador de Biología Celular de la Universidad Complutense de Madrid José Antonio Morales-García.